lunes, 4 de junio de 2018

Aldunate Solar y Caupolicán Villota




en la imagen 
don Manuel María Aldunate Solar



Así como en notas anteriores nos referimos a personas y personajes de Laja, Nacimiento, Petorca, Hijuelas, ahora recordaremos a dos balmacedistas relacionados con La Calera y dos de sus calles.  Se trata de Manuel María Aldunate Solar, Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Balmaceda en 1891, y de su ayudante de campo el teniente coronel Caupolicán Villota.

        Con las siguientes palabras Javier Pérez Ovalle en su libro sobre Catapilco, narra la muerte, el 5 de septiembre de 1891, de Aldunate y Villota.

“Las casas de Catapilco fueron también testigos del prólogo de una tragedia que entenebreció en forma honda el triunfo recién alcanzado por la revolución.
Don Manuel María Aldunate Solar, que venía con una división del Norte a engrosar las filas del ejército del Presidente Balmaceda, llegó a Catapilco cuando las tropas del Gobierno habían sido derrotadas en Placilla.  Viendo la inutilidad de intentar nada dio aviso a la Junta de Gobierno que estaba dispuesto a entregar las armas y ponerse a disposición de los que debieran juzgar sus actos.  El desarme se produjo sin incidencias y el Ministro de la Guerra en campaña, don Manuel María Aldunate, fue llevado prisionero hasta La Calera.
He oído contar que un honrado campesino, que algo había oído a los oficiales que actuaron  en la recepción del armamento, le dijo en secreto, mientras le calzaba las espuelas: “Señor, trate de huir porque sé que hay orden de asesinarlo”, Aldunate se limitó a darle las gracias y siguió confiadamente a los oficiales encargados de llevarlo hasta La Calera.  En ese pueblo se detuvo hasta que la tropa en desarme fue embarcada hacia Valparaíso.  A don Manuel María y un oficial de su tropa de apellido Villota se les hizo tomar caballos y custodiados por una partida de soldados se les obligó a seguir el camino de Quillota. “¿Adónde nos lleva usted, señor Oficial?”, preguntó el prisionero y aquél burlescamente le contestó:  “Por todas partes se llega a Roma; ya sabrá pronto a qué sitio se le lleva”.   Y así sucedió.  A unas 20 cuadras de La Calera se le hizo bajar del caballo y precipitadamente, casi sin que parte de la tropa se diera cuenta de lo que acontecía, se le asesinó cobardemente.  Los cadáveres, despojados de sus ropas, quedaron tendidos entre algunos matorrales hasta que algunos vecinos que habían oído disparos, y hasta en parte presenciado el hecho, dieron aviso a algunos caballeros de La Calera.  Don Alejandro Silva de la Fuente hizo recoger los cadáveres y dar noticias de lo que la tropa había hecho, sin que hasta la fecha se haya sabido de quién partió la orden del aquel alevoso asesinato”.



        Los hermanos Juan y Nicolás Arellano i Yecorát, en un texto de 1893, nos proporcionan informaciones de las dos víctimas de los “defensores de la Constitución”.  Esto nos recuerda el 11 de septiembre.

M. M. Aldunate S. nació en Santiago (1860), hijo de Pedro Aldunate y Carrera, nieto de los próceres, y de Amelia Solar Valdés.  “Terminó sus estudios de humanidades en el Instituto Nacional en 1878, recibiendo en este mismo año su título de bachiller”.  En 1882 se tituló de abogado.  Su esposa Elena Larraín Irarrázabal era sobrina del líder conservador Manuel José Irarrázaval, férreo opositor de Balmaceda.  Fue también comerciante, empresario e Intendente de Malleco.  Organizó varios regimientos y reclutó 2.500 hombres.

        Caupolicán Villota nació en Santiago (1851).  Estudió en el Instituto Nacional y en la Escuela Militar.  “Hizo toda la Campaña del Pacífico y se encontró en todos los combates, siendo repetidamente felicitado por su inteligencia, valor y ejemplar conportamiento”.  En las postrimerías de la guerra civil partió a Coquimbo como ayudante de don Manuel María Aldunate.
       
Estanislao del Canto lo menciona ocho veces en sus “Memorias militares”.