jueves, 16 de julio de 2009

Un indio carapálida


¿Uno o dos personajes? Es la pregunta que surge después de leer el capítulo de un libro de Ricardo Herren, periodista e investigador argentino, dedicado al primer español que llegó y vivió en Chile, en el valle de Quillota (año 1533, tres años antes que Diego de Almagro).

El autor consigna los cuatro nombres que le han atribuido: Barrientos, González Calvo de Barrientos, Pedro Calvo de Barrientos o Alonso Barrientos. Basándose en esto y en todo lo demás en los cronistas españoles (1).

Lo novedoso para el lector es que no sólo repite lo ya sabido: Barrientos fue un delincuente castigado por Pizarro que huye a Chile ayudado por incas, para iniciar una nueva vida; colabora con Michimalonco; apoya a Almagro y vuelve con él, muriendo (según Encina) en la batalla de Las Salinas, durante la guerra civil peruana.

Herren plantea la posibilidad que Barrientos no volviera al Perú, huyendo de Almagro y quedándose en el valle de Copiapó, donde lo encuentra, seis años después, Alonso de Monroy con el nombre de Francisco de Gasco y en calidad de felpudo del cacique del lugar, o sea, un “Espinita” de esos lejanos años. Después de novelescas peripecias, el español de pluma y lanza desapareció para siempre, huyendo, una vez más, a Quillota.

1) Carlos Keller en "Michimalonco, Pedro de Valdivia y el Nacimiento del Pueblo Chileno" (1976) señala que:  Gonzalo Calvo de Barrientos, quien había emprendido el viaje desde Cajamarca en compañía de una ñusta (princesa) y de dos deudos de ésta. Venían premunidos de la borla (insignia) del inca Atahualipa, cuya posesión concedía al agraciado el privilegio de ser obedecido por las autoridades. Barrientos había sido sorprendido hurtando algunos de los objetos entregados por Atahualpa como rescate, y Pizarro no sólo había mandado azotarlo públicamente por ese delito, sino que le había hecho cortar también las dos orejas. Avergonzado, el soldado, quien convivía con la ñusta, pidió a ésta que consiguiera del inca autorización para vivir con ella en un territorio alelado de sus dominios, lo que motivó el viaje al valle de Chile. 

Debido al delito deshonroso que había cometido, Barrientos parece haber estado interesado en cambiar su nombre y apellido, por lo cual figura como Francisco, Gonzalo, Pedro y con los apellidos de Barrientos, Calvo y Gasco, lo que ha producido no poca confusión en las fuentes. Vivar lo cita en Copiapó con el nombre de Gasco; Mariño de Lovera lo llama en aquel valle Francisco Casco e ignora su identidad con Barrientos. Pero Góngora Marmolejo afirma rotundamente que Barrientos “por otro nombre se llamaba Gasco”, y Rosales dice que Almagro llevó desde Quillota consigo a “Pedro Calvo Barrientos, y desde el camino se huyó, y como estaba echo a la vida de los indios, se volvió a ellos, y en Copiapó hizo su asiento”.

Gran interés por este extravagante personaje tomó el astuto Michimalonco, quien estaba muy preocupado por indagar fehacientemente lo que ocurría en el Perú. Se hizo por tal razón amigo de él y lo interrogaba extensa y detalladamente acerca de los acontecimientos. Supo así la derrota de Huáscar, la llegada de los españoles, su triunfo sobre Atahualpa y la conquista del imperio incaico, agregando el español que sus compatriotas, que describió como invencibles, pronto llegarían también a Chile y que era inútil toda resistencia que se les presentara. El curaca se mostró un tanto incrédulo a este respecto, o fingió al menos escepticismo, invitando a Barrientos a que le demostrara a qué se debía esa superioridad. El soldado se declaró dispuesto a probarlo prácticamente y como Michimalonco estaba enemistado con Naglonco, señor de Maipo (en Aconcagua), se ofreció para preparar las tropas de aquel según la táctica y estrategia españolas, para vencer al rival. De este modo, la sagacidad de Michimalonco logró conocer el arte bélico de los españoles ya antes que éstos llegaran al país. N.E.