domingo, 8 de septiembre de 2013

Moisés Vargas, una investigación y sus novelas

  

Durante más de dos años el investigador Juan Uribe-Echevarría (1908-1988) estudió la biografía y escritos del periodista, novelista y funcionario público Moisés Vargas Gómez (1842-1898). Frutos  de  este trabajo fueron  el ensayo “Moisés Vargas, su vida y su obra” y la reedición de las obras “Lances de Nochebuena”, “La Cruz Blanca” y “El  Anillo del Muerto” (octubre de 1954).
 
Una visita al Cementerio General de Santiago, como homenaje a Vargas, inició la investigación, en noviembre de 1954, de Uribe-Echevarría sobre el lugar y el año de nacimiento de  Vargas. Después Uribe-Echevarría indagó en un Registro Civil de la capital, en la Catedral, hizo una petición por escrito a la Parroquia San Martín de Quillota (en la fotografía) del posible certificado de bautismo del novelista y finalmente, una visita personal a Quillota  para entrevistarse con el Párroco Eugenio Nantuy (aún recordado en nuestra ciudad).

Resultado final: nombre completo de nuestro autor: José Moisés Ciriaco Vargas Gómez, nacido en Quillota el año 1842.

 
Está información está contenida en un artículo de Uribe-Echevarría, ubicado por Gladys Marcela Poblete.
 
Gracias al crítico Raúl Silva Castro tenemos algunos datos  sobre las novelas de Vargas Gómez.“La primera de ellas, “Lances de noche buena”, es obra de juventud en todos sentidos, y carece de un objeto preciso ya que los personajes van y vienen, comen, beben, conversan y se hacen confesiones  sin que  todo aquello converja a un fin preciso. Adelantando en años, publicó el autor” Adiós a la vida” (1870) y “Un drama íntimo” (1872).

En esta segunda etapa  de su labor, Vargas  se inclinó a la novela de costumbres chilenas, con una fidelidad que sólo podía tener modelo en Blest Gana. Sus personajes  cometen excesos, villanías y faltas contra el  decoro, pero  alguna vez  se redimen. Y, también a ejemplo de Blest Gana, el autor  introduce en su relato alguna pincelada de la historia: en “Adiós a la vida” hace un largo intervalo para  contar el bombardeo de Valparaíso por la escuadra española, digresión que es  tal vez  enfadosa pero que  se perdona al autor por  ser un testimonio útil para la posteridad”.
 
En “Un drama íntimo” Vargas describe Quillota con mucho  cariño y regocijo.