lunes, 2 de noviembre de 2015

Sombrero de copa y engranajes para Sergio Meier, caballero steampunk del siglo 21


Sergio Meier Frei (Quillota, 1965 - 2009) Fue solo y exclusivamente escritor de Ciencia Ficción, aunque también desarrolló sus dotes de traductor realizando versiones de H. P. Lovecraft (tanto de sus cuentos como del apócrifo “Necronomicón”). De formación principalmente autodidacta, dictó talleres y charlas de literatura, tanto en institutos como universidades del país, especializándose en Literatura Fantástica y CF. Por su temprana publicación: “El color de la amatista” (Don Quixote, l986) fue antologado en “Años Luz. Mapa estelar de la CF en Chile” (Puerto de Escape, 2006) anunciando allí “La Segunda Enciclopedia de Tlön” (Puerto de Escape, 2007) que es considerada la primera novela steampunk chilena, además de divulgar en nuestro país, conceptos científicos como el “paradigma holográfico” o la “teoría de cuerdas” del universo astronómico. Aún se mantienen inéditas sus novelas: "Una huida hacia la muerte" y "Memorias de un Golem". Más de 20 años cultivó y difundió el género, participando tanto de agrupaciones en Santiago como Valparaíso, que le transformaron en una figura de culto, dada su temprana muerte, entre los escasos pero siempre fieles lectores de literatura fantástica del país.

La segunda Enciclopedia de Tlön” (2007) es un hito en la historia de la CF nacional, pues existen pocas obras que se le puedan comparar en cuanto alcance metafísico, esotérico, filosófico y científico. Al tratarse de la primera novela CF chilena Steampunk, subgénero de la CF contemporánea que mezcla realidades virtuales y tecnologías futuras con ambientaciones del pasado, particularmente de la era victoriana, creo que es simplemente encasillarla por comodidad. Si el Steampunk engendra obras donde cientificos de la era del vapor usan ciencia y tecnología del futuro, aquí, no sólo se fabrican aparatos sino que universos enteros. Es más, Sergio Meier decidió ir un poco más atrás en el tiempo, usando una Edad de las Luces paralela como el escenario de su drama cósmico. Y eso tiene una razón fundamental, pues se trata de una época de ferviente desarrollo intelectual que alcanzó alturas no superadas hasta el presente, pues fue el tiempo de Bach, Kant, Leibnitz, Newton y Blake, y muchos otros genios inmortales, que no sólo inspiraron esta obra sino que además la protagonizan.

La CF chilena suele ser imaginativa: un discurso donde prima la fantasía por sobre la ciencia y la tecnología. Ya en “Desde Jupiter(1878) de Francisco Millares, el autor hacía uso del hipnotismo para transportar a su protagonista al planeta de la mancha roja. Sin embargo, existen excepciones, como en “Los Altísimos” (1959) de Hugo Correa, donde una civilización avanzada retiene a un terrícola en un planetoide artificial como atónito testigo de su autodestrucción. Aquí podemos sumar esta nueva novela CF hard, entre las más notables, por su rigurosidad científica, racionalidad y documentación. Sin duda, el lector quedará anonadado por la cantidad infinita de conceptos que se tejen en la trama misma, y que derivan de las posibilidades que prevee la ciencia más actual, inclusive, en las más audaces hipótesis del presente que le permiten recrear universos de infinitas variantes.

Algunas de las fuentes literarias de esta obra de Meier pueden rastrearse entre los Space Operas de la cultura popular cinematográfica y televisiva, los imperios galácticos de Asimov, el Ciberpunk de William Gibson, y la obra trascendente de autores como Olaf Stapledon o Lem. Sin embargo, erramos si creyéramos que sólo sigue tendencias, en vez de crear algo nuevo y propio. Si queremos ser exactos, diremos que La Segunda Enciclopedia de Tlön” no es ficción basada en la ciencia actual sino, al contrario, en la especulación científica contemporánea[1].

Usando la técnica posmodernista de Borges para reutilizar ideas, eventos históricos y elementos literarios, Sergio Meier crea mundos reconocibles pero a la vez extraños, de una belleza sorprendente. Así, la descripción de cada uno de los múltiples universos paralelos que lentamente entrarán en contacto, desencadenando un Apocalipsis Cósmico, nos hará viajar entre naturalezas holográficas y mundos victorianos, en medio de conjuras de sabios alquimistas y postulados científicos imposibles, pero inesperadamente creíbles en boca de los pioneros científicos: Newton, Leibnitz y Halley, quienes se trenzan en una lucha que incorpora inteligencias artificiales, matrices de realidad virtual, agujeros negros, corpora-ciones galácticas e, inclusive, la esotérica cábala hebrea. Pues tal delirante compendio de saberes no es gratuito, antes marca una tendencia, rescata un espíritu de época, invocando una inequívoca seña de identidad futura. Tal como el mismo autor confesara a una revista de divulgación científica:

“Por primera vez existe en Chile una generación completa familiarizada con la tecnología, las computadoras e internet, conectada al mundo, a las últimas tendencias artísticas y científicas, fundamental para que la ciencia ficción (que podemos definir como “la mitología de la tecnología”) se popularice y desarrolle en una nación. Además que quienes ocupan en la actualidad posiciones de liderazgo, también en su mayoría fueron criados con el auge del cine de género, los videojuegos y cómics, lo que les otorga una visión más completa y desprejuiciada de la creatividad y las posibilidades de la imaginación. Todo lo anterior instala a la fantaciencia criolla en uno de los mejores escenarios que haya conocido nunca”. (Entrevistado para el artículo “Ciencia ficción: El Futuro de Chile”, por Francisco Ortega, Revista Muy Interesante, julio 2007. pp. 17)


Pero, como todo trabajo literario inclasificable, esta novela tiene más de una lectura, pues bajo dicha capa científica, existe una no menos importante que es la artística. Y soportando a ésta última, se encuentra un nucleo teológico y esotérico de gran riqueza. Figura fundamental de la misma es la concepción filosófica, poética y religiosa del poeta inglés William Blake. Además, Meier nos introduce al concepto de realidad virtual, donde el mundo material no existe sino que es reemplazado en una simulación tecnológica sin fin. Uniendo todo lo anterior, La Segunda Enciclopedia de Tlön reutiliza los conceptos herméticos y esotéricos como argamaza intratextual, a la manera de la teoría de fractales, que repite patrones a todas las escalas, esta novela puede ser leída y releída incesantemente, sin entregar todas sus claves, menos para un lector desprevenido o poco acucioso.

El Universo de Alex, “el Trazante”, cambiaba constantemente, pasaban él y sus compañeros dando saltos entre las colonias (el entramado fractal, como delgados hilillos flexuosos...)
Si la ciudad era alucinada ¿entonces cómo estar seguros de que la forma humana que poseían era la verdadera? ¿Cuáles serían sus verdaderos cuerpos? La conciencia de estar prisioneros en un Universo Artificial alteraba la valoración estética, hasta dejar de prestar atención a los cánones tradicionales de belleza y fealdad.
El descubrimiento de que estaban en un Universo Artificial se produjo cuando los primeros Alquimistas de la Matriz encontraron paradojas insostenibles con la física y la razón (p.ej. estrellas más antiguas que la edad estimada del Universo). Entonces los primeros Escogidos formaron un pequeño grupo para luchar por la Restauración, mientras que el resto de la humanidad permanecía inadvertida. El Maestro había dicho: “Hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso”. (Sergio Meier, 2007. Pp. 22)

Y aquí tenemos un indicio notable de la comunicación entre pares, del entramado de citas cómplices y resonancias inquietantemente familiares; pues al igual que Miralles y su protagonista contemplativo del mundo jupiteriano, o la equívoca identidad robada del narrador de la novela de Correa; Meier nos entrega un personaje-y-alter ego capaz de viajar entre múltiples realidades, pero a la vez, incapacitado para permanecer en cualquiera de ellas. Esta ubicuidad fugaz, esta evanescente presencia, esta virtualidad provinciana, hacen de la novela y su autor, el más claro ejemplo de conciencia “autoreflexiva” de un narrador chileno posmoderno y provinciano, que nunca ha salido de su “locus amoenus”, transformándolo en un infernal “axis mundi”, desde donde contemplar espejeante, pero decididamente crítico, el devenir conflictivo -nunca conflictuado- del género de la CF, ante el horizonte historiográfico de cierta literatura realista que homogéneamente se autodenomina “chilena”. Por eso, el mal entendido “escapismo” del género será necesariamente una estrategia discursiva que nos sumerge en nuestros temores, nuestras carencias, nuestros vicios y defectos, revisando el revés de una trama socio-histórica que se desteje hacia la desmemoria y el ocultamiento.


Marcelo Novoa 









[1] Tales fenónemos cuánticos tienen un carácter definitivamente holográfico y no-determinístico. De ser cierto, la búsqueda de la conciencia artificial que emprendieron los informáticos hace ya mucho tiempo, tendrá que esperar por el desarrollo de computadores cuánticos. Finalmente, el desarrollo de la teoría de los agujeros negros, que con su apetito voraz son capaces de alterar la trama misma del espacio-tiempo, da pie a muchas teorías audaces de universos paralelos comunicados entre sí a traves de éstos. Universos en racimos, que conviven en una continuidad espacio-temporal en un eterno presente, siendo contemporáneos todos los eventos de la historia en éste todos los universos paralelos. Omar Vega,  en el prólogo a “La Segunda Enciclopedia de Tlön” (Puerto de Escape, 2007 pp. 12)