..." Los años han ido
pasando en incansable vuelo;
cuál golondrinas huyendo
del frío invierno
y la bruma del tiempo,
como un velo,
va envolviendo el pasado
en sueño eterno."
Con esta estrofa de “Soledad y nostalgia” comenzamos esta
reseña póstuma de Puelche, pseudónimo mapudungun que hace referencia al viento
que baja esporádicamente de la Cordillera de los Andes soplando cálido hacia los valles del centrosur, con el que el
escritor y poeta Jacques Couchaux
Deshayes rubricó su obra.
Nacido en Francia el 9 de
Marzo de 1928 y llegado a tierras chilenas con tan sólo cinco años de edad, desde su más tierna infancia su vida
estuvo ligada a la tierra y las letras. A
los ocho años escribe su primera poesía "El Paisaje", basada en la
naturaleza; tema que junto a la vida
campesina y las tradiciones huasas son el eje central de su obra.
Algunos hitos en su dilatada trayectoria: En 1975, participa en
el Primer Festival Folklórico de Boco, con la poesía "Evocación a la Carreta". En 1994 el folclorista de Villa
alemana Rafael Moreno musicaliza los versos del poema "Cocalán de mis recuerdos". Figura
como poeta quillotano en la Cartografía Cultural de Chile 2001-2002. Premiado
en concurso nacional de poesía y cuento "Génesis" 2002 realizado en
Unquillo, Provincia de Córdoba, Rep. Argentina. 2010 publicó “Y del pasado... sólo recuerdos quedan"
remembranzas tras su visita a Las Palmas de Cocalán, a su regreso del sur, después
de 50 años de ausencia. Fundador junto con Aníbal Ríos Montt y Fernando Santibáñez,
del Círculo Literario “Leopoldo Silva
Reynoard”, en Quillota el 18 de febrero del 2003. Es
coautor de la Antología Poética “Sinfonía
Quillotana” y de la Antología Literaria “Quillota en los senderos del tiempo”.
En términos del análisis
métrico, un acercamiento a su lírica denota que no usa versos libre en ninguno
de sus escritos. Flexible, utiliza rima asonante y consonante indistintamente
en las estrofas que va componiendo. Destaca que sus versos son de arte mayor lo
que le permiten desarrollar sus ideas con gran detalle, y pese a su temática, no
utiliza los típicos versos de arte menor tan usados en la poesía tradicional o
popular, por lo que es común encontrar en su obra versos tridecasilabos,
dodecasilabos y alejandrinos:
"Parte del corazón
del monte late en sus maderas,
que en manos rústicas, con
maestría, a punta de hacha labraron.
Por ella, lágrimas de
sabia muchos árboles derramaron
y en venganza la
condenaron a deambular la vida entera.
Abrir huella, donde nunca
antes hubo camino,
ir y venir por los campos,
ése es su destino.
Un día, envuelta en la
distante niebla del ocaso,
desaparecerá, cargada de
tradición, lentamente paso a paso.
Para el baqueano que en
huellas y rastros va leyendo;
la baba de los bueyes, en
entrecortados hilos, irá escribiendo,
en la polvorienta página
del camino, con trazo inseguro,
su historia y el adiós a
un pasado sencillo, bello y duro."
(“Evocación a la Carreta”,
1975)
Más allá de su legado
literario, podemos considerar, metafóricamente, a Couchaux como el último cronista viajero arribado a Quillota en el
Valle de Chile. Proveniente del lejano Este al igual que sus predecesores
registra con entrañable asombro paisajes, flora y fauna, gentes, vocablos y
costumbres de una ignota tierra mestiza, en viñetas que van conformando un
diario de viaje que es su vida misma.
Vinculado por siempre al
campo y su labores, la figura del jinete
huaso, su cabalgadura así como su vestimenta y apero es el eje articulador de sus escritos:
“En su caballo brioso y
valiente,
monta el huaso, apuesto y
sonriente;
con enchapadas y
tintineantes espuelas,
que fulguran cual
estrellas...”
(“Huaso”,
el primer poema de “Viento, Semillas y Raíces”, 2007).
“Nació en la fragua de un herrero,
sobre un yunque, a golpes
de martillo y fuego.
Mirando las estrellas creó
la rodaja;
del toro copió las astas;
del gallo, el arquero
cuello,
sirviole de modelo para el
pihuelo
y en flores y enredaderas
inspirado,
diseñó el artístico
enchapado.
Más, su obra nació sin
vida, muda, fría;
no cantaba, no lloraba, ni
reía.
De una bandada de chirigues,
la algarabía,
sugirióle que la rodaja
templar debía.
Trabajó y no descansó,
hasta darle claro tintinear
y por fin pudo oírla reír,
cantar y llorar.
Sólo entonces forjó la
hermana gemela
y las bautizó con el
nombre de Espuelas”.
(“Leyenda
de la espuela”, 2000)
En este sentido su obra
enlaza los discursos, a veces silentes, inconexos o litigantes que emanan desde la historiografía,
antropología y sociología, dándole cuerpo a ese Quillota del imaginario
colectivo, propio del principios del diecinueve y mediados del veinte, aún más
rico que su auténtico devenir histórico.
Quillota, marzo de
2023