Durante los siglos XVI al XVIII, la economía chilena se organizó en torno a un sistema latifundista donde coexistieron la encomienda, la servidumbre indígena y posteriormente el inquilinaje.
Según Gabriel Salazar y
otros investigadores, este sistema dio origen a un campesinado producto de la
disolución de comunidades indígenas, de la marginalidad de los mestizos sin
herencia y del excedente de población española pobre. Una clase heterogénea y
subalterna, sin acceso a medios de producción propios, integrada por
inquilinos, peones, mitayos, yanaconas y más tarde, afrodescendientes liberados
o fugados del sistema esclavista.
La administración colonial absorbió el mitimae inca, con su producción agrícola y minera sustentada en una organización social jerarquizada. Luego, la crisis aurífera de fines del siglo XVI impulsó la transición hacia un modelo basado en estancias ganaderas y haciendas, donde los indígenas supervivientes fueron reasignados como mano de obra agropecuaria. La consolidación del latifundio (siglos XVII-XVIII) es reflejada en nuestro valle con el surgimiento de más de una quincena de grandes propiedades, como Pocochay, Purutún, Ocoa y San Isidro, controladas por encomenderos, la Iglesia y mayorazgos. Estas se expandieron mediante compras, herencias y donaciones, concentrando la tierra fértil del valle. El incremento de la demanda interna y externa de trigo, consolidó la vocación agrícola del valle. Esto incrementó la necesidad de mano de obra, que se reflejaría en una estratificación social y formas de campesinado propias.
Los datos poblacionales
del corregimiento de Quillota, según
el primer censo general del Reino de
Chile, ordenado por Carlos III, 1777-1778, registró una población de 18.530
habitantes: Españoles (blancos): 14 142 76%. Mestizos: 960 5%. Indios
(población indígena): 2 169 12%. Negros y mulatos: 1 259 7%.
El campesinado se componía
por: Inquilinos: Campesinos
asentados en las haciendas a cambio de trabajo permanente. Vagabundos y peones: Mestizos, mulatos e indígenas expulsados de
las haciendas o sin tierra, que vagaban buscando trabajo temporal.
La estructura social
estamental colonial se componía por peninsulares
y criollos blancos: encomenderos y hacendados con poder político, propiedad de
tierras y posición social privilegiada. Un estamento intermedio de mestizos que se desempeñaban en
oficios artesanales, cultivo, comercio y administración colonial de menor rango
y los estamentos subordinados: Indígenas: organizados en comunidades por
parcialidades lideradas por caciques responsables ante los encomenderos y
autoridades reales, y finalmente negros y mulatos vinculados a trabajos domésticos, mineros o
agrícolas.
Las dinámicas de transformación
del siglo XIX implicaron la apertura de nuevos mercados, California e
Inglaterra, teniendo como consecuencia el incremento del valor de la tierra,
consolidando el latifundio y marginando a los campesinos sin recursos.
NE: El fotógrafo, cronista y pintor hispano, Rafael Castro y Ordoñez nos legó viñetas de la Hacienda “Quinta Nueva Iberia”, propiedad de la familia Herboso España, producto de sus visitas a nuestra ciudad en su paso por Chile como miembro dla Comisión Científica del Pacífico en 1864, retratos de una sociedad desigual. Se aprecian ranchos de inquilinos, trabajadores y vista de casa patronal con sirvientes y dueños de casa. Imágenes del Museo Nacional de Antropología.CER.es (http://ceres.mcu.es), Ministerio de Cultura, España.