jueves, 26 de septiembre de 2019

El Pilar de Esquina, un elemento de la arquitectura colonial presente en el paisaje urbano de Quillota.






Pilar de esquina ubicado en la intersección de calle Yungay con O´Higgins



Un elemento de la arquitectura colonial son los pilares de esquina. Este original recurso constructivo data en Chile desde el siglo XVII y abunda en la localidad de San Felipe donde el número asciende a veintitrés pilares. También los hay en Curimón y Los Andes, un par de ellos en la parte central de la ciudad de Santiago y las comunas de Recoleta (barrio de la chimba) e Independencia y en la ciudad de Rancagua. En todos estos lugares las casas-pilares han sido declaradas monumentos nacionales y, en consecuencia, un aporte a la historia del patrimonio edificado.

En Quillota aún pervive este tipo de columna tradicional en la calle Yungay encuentro con calle O’Higgins, esquina sur-poniente. Sobrevive también el pilar de esquina ubicado entre las calles Pudeto y Carrera frente al Hogar de Tezanos Pinto. Pero, ¿habrá registro de otros pilares de esquina? Gracias al trabajo de tesis realizado en 1970 por las arquitectas Judith Ferrada Moraga y Liliana Martínez Muñiz se sabe de la desaparición de varios pilares de esquina dentro del casco fundacional de Quillota. Dicho estudio bien podría ser el punto de partida para abordar de manera profunda este tema y, sobre todo, determinar ubicación, año de construcción, propietarios y, por consiguiente, describir su evolución. 

Ahora bien, los pilares mencionados bien podrían considerarse como una especie decorativa u ornamental, sin embargo, tienen la función primaria de soportar el peso de una estructura. Para el caso de la casa-pilar de calle Yungay, corresponde a una vivienda de abobe de un piso donde aún conserva algunas tejas en la techumbre. Otro de los atributos del pilar  es respecto a la circulación de los espacios en la esquinas, es decir, libera la esquina del cruce de los muros de adobe para utilizarla, por ejemplo, como recinto comercial. A propósito de esto último, tengo aún fresco el recuerdo del inmueble de calle Yungay (durante la década de los ochenta y parte de los noventa), donde había un negocio de confites, cigarrillos, diarios, revistas y figuritas de los álbumes de “Artecrom”, “Salo” o “Mundicrom”. Hasta allí acudía, siendo entonces un adolescente, con la esperanza de hallar esa lámina faltante llamada clave (la más difícil de todas), que saldría del envoltorio de los sobres adquiridos en aquel sector lejano para mi. Eran tiempos donde atendía un personaje conocido por la mayoría como el Pato.

Más allá de lo evocativo, este pilar de esquina de calle Yungay puede indicarnos el límite de la ciudad o según la perspectiva el comienzo de ésta. Antiguamente la ciudad de Quillota era muy pequeña y estaba rodeada de terrenos agrícolas. Además, vecina a esta casa había una curtiembre donde se trabaja el cuero y, en consecuencia, dichos datos podrían servir para reconstruir el entorno más próximo a la casa-pilar. 

Por otra parte, la columna de madera puede darnos pistas respecto a la importancia del tipo de propiedad, ya que el pilar denota una falta de refinamiento en detalles no sólo por la carencia de su base, sino también por el material utilizado (madera y no piedra) que, a su vez, revela modestia por lo liso. El fuste del pilar no presenta tallado en alguna forma especial y tal como se señaló no descansa sobre ninguna base, sino que tiene contacto directo al piso. Una excepción es el capitel donde asoma cierto detalle para soportar la estructura.
       
A pesar del raquitismo estético, no cabe duda que este pilar de esquina es una singularidad en el paisaje urbano de Quillota. Su contribución se cuenta junto a otros elementos arquitectónicos, como la fachada continua de uno y dos pisos y las casas con balcones hacia la calle. El conjunto forma una imagen urbana tradicional que, sin embargo, hoy por hoy, muestra claras señales de extinción.




Pablo Montero Valenzuela
Licenciado en Historia PUC-V