domingo, 31 de mayo de 2020

De nuestro archivo: La lucha de los maestros


Iván Ljubetic Vargas, historiador del. Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER.



El Colegio de Profesores acaba de publicar (2004) Historia del magisterio chileno, de Iván Ljubetic Vargas. El historiador traza un panorama completo del papel y la presencia de los profesores en la sociedad, desde los tiempos de la Colonia hasta comienzos del 2000. Con notable acopio de antecedentes, el profesor Ljubetic reconstruye la historia de uno de los sectores más combativos y organizados de trabajadores -y con mayor importancia social- en la evolución del país. Destaca el paso de la educación conventual -que se impartió en la Colonia- a la enseñanza pública, impulsada por O’Higgins con participación de Camilo Henríquez. La pugna entre enseñanza laica y religiosa ocupa el centro de la preocupación política a partir de la década de 1860. A fines del siglo XIX, la labor de Balmaceda  -con la creación del Instituto Pedagógico, la formación de profesores normalistas y la construcción masiva de escuelas- constituyó un hito. Sin embargo, la organización y lucha de los maestros comenzó con el siglo XX. En 1903 se fundó la Sociedad Nacional de Profesores, con sello mutualista, que significó el inicio de la formación de variadas organizaciones que poco a poco fueron convergiendo hasta culminar en la Federación de Educadores de Chile (1944), que agrupó a una decena de ellas que conservaron autonomía. Huelgas y movilizaciones –así como también oleadas de represión- fueron elevando la conciencia de los profesores y su combatividad.

La culminación unitaria fue el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (Sute), en 1970. El gobierno de Salvador Allende llevó adelante una política educacional de gran envergadura, con activa participación del Sute. La dictadura significó una brutal regresión. El Sute fue disuelto manu militan y sustituido en 1976, en la misma forma, por el Colegio de Profesores. De entre los sectores profesionales, el magisterio fue el que tuvo el mayor número de asesinados y detenidos desaparecidos. La cooptación del Colegio de Profesores provocó el surgimiento de la Asociación Gremial de Educadores de Chile, Agech, que cumplió una tarea notable en defensa de la educación y la lucha democrática. Después de la dictadura, la Agech se incorporó al Colegio de Profesores democratizado.

Los avances educacionales en los gobiernos de Pedro Aguirre Cerda, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende son analizados y evaluados. No se elude el tema de la Escuela Nacional Unificada (ENU), calificada por Ljubetic de “iniciativa impecable” que, sin embargo, trató de ponerse en práctica sin la debida información y consulta a los diversos estamentos magisteriales ni a la dirección política de la Unidad Popular.

Una constante en la lucha del magisterio ha sido la defensa de la dignidad de la profesión, de la educación pública y del derecho de los niños y jóvenes a recibir educación de calidad. Hace más de medio siglo que los profesores reclaman contra los horarios excesivos y la sobredotación de los cursos, también denuncian las malas condiciones de los establecimientos educacionales y las condiciones de pobreza en que viven la mayoría de los alumnos de las escuelas básicas.

Los sucesivos esfuerzos por realizar una reforma educacional han sido criticados por el magisterio, por haber sido,casi siempre, formulados al margen de la realidad.

En 1968, el presidente de la Sonap, profesor Jorge Espinoza, señaló: “...La reforma educacional no es un problema técnico ni de especialistas o expertos, ni puede concebirse aisladamente de las condiciones político-sociales del país. Tampoco va paralela a los cambios de estructura de la economía nacional. En otros términos, no puede concebirse en gabinetes o desvinculada de la planificación nacional. Las reformas educacionales no se imponen por decreto y la primera medida es incrementar notoriamente el presupuesto de educación y dignificar la función docente.

Útil e interesante, la Historia del magisterio chileno marca un camino que merece ser profundizado en busca de las raíces de problemas que siguen siendo actuales.

Antonio J. Salgado