viernes, 31 de marzo de 2023

De viajes e identidades: Adiós Puelche


 

 

..." Los años han ido pasando en incansable vuelo;

cuál golondrinas huyendo del frío invierno

y la bruma del tiempo, como un velo,

va envolviendo el pasado en sueño eterno."

 


Con esta estrofa de “Soledad y nostalgia” comenzamos esta reseña póstuma de Puelche,  pseudónimo mapudungun que hace referencia al viento que baja esporádicamente de la Cordillera de los Andes soplando cálido  hacia los valles del centrosur, con el que el escritor y poeta Jacques Couchaux Deshayes rubricó su obra.

Nacido en Francia el 9 de Marzo de 1928 y llegado a tierras chilenas con tan sólo cinco años de  edad, desde su más tierna infancia su vida estuvo ligada a la  tierra y las letras. A los ocho años escribe su primera poesía "El Paisaje", basada en la naturaleza; tema que junto  a la vida campesina y las tradiciones huasas son el eje central de su obra.

Algunos hitos en su  dilatada trayectoria: En 1975, participa en el Primer Festival Folklórico de Boco, con la poesía "Evocación a la Carreta". En 1994 el folclorista de Villa alemana Rafael Moreno musicaliza los versos del poema "Cocalán de mis recuerdos". Figura como poeta quillotano en la Cartografía Cultural de Chile 2001-2002. Premiado en concurso nacional de poesía y cuento "Génesis" 2002 realizado en Unquillo, Provincia de Córdoba, Rep. Argentina. 2010 publicó “Y del pasado... sólo recuerdos quedan" remembranzas tras su visita a Las Palmas de Cocalán, a su regreso del sur, después de 50 años de ausencia. Fundador junto con Aníbal Ríos Montt y Fernando Santibáñez, del Círculo Literario “Leopoldo Silva Reynoard”, en Quillota el 18 de febrero del 2003. Es coautor de la Antología Poética “Sinfonía Quillotana” y de la Antología Literaria “Quillota en los senderos del tiempo”.

En términos del análisis métrico, un acercamiento a su lírica denota que no usa versos libre en ninguno de sus escritos. Flexible, utiliza rima asonante y consonante indistintamente en las estrofas que va componiendo. Destaca que sus versos son de arte mayor lo que le permiten desarrollar sus ideas con gran detalle, y pese a su temática, no utiliza los típicos versos de arte menor tan usados en la poesía tradicional o popular, por lo que es común encontrar en su obra versos tridecasilabos, dodecasilabos y alejandrinos:

 

"Parte del corazón del monte late en sus maderas,

que en manos rústicas, con maestría, a punta de hacha labraron.

Por ella, lágrimas de sabia muchos árboles derramaron

y en venganza la condenaron a deambular la vida entera.

Abrir huella, donde nunca antes hubo camino,

ir y venir por los campos, ése es su destino.

 

Un día, envuelta en la distante niebla del ocaso,

desaparecerá, cargada de tradición, lentamente paso a paso.

Para el baqueano que en huellas y rastros va leyendo;

la baba de los bueyes, en entrecortados hilos, irá escribiendo,

en la polvorienta página del camino, con trazo inseguro,

su historia y el adiós a un pasado sencillo, bello y duro."

 

(“Evocación a la Carreta”, 1975)

 

Más allá de su legado literario, podemos considerar, metafóricamente, a Couchaux como el último cronista viajero arribado a Quillota en el Valle de Chile. Proveniente del lejano Este al igual que sus predecesores registra con entrañable asombro paisajes, flora y fauna, gentes, vocablos y costumbres de una ignota tierra mestiza, en viñetas que van conformando un diario de viaje que es su vida misma.

Vinculado por siempre al campo y  su labores, la figura del jinete huaso, su cabalgadura así como su vestimenta y apero es el eje  articulador de sus escritos:

 

“En su caballo brioso y valiente,

monta el huaso, apuesto y sonriente;

con enchapadas y tintineantes espuelas,

que fulguran cual estrellas...”

 

(“Huaso”, el primer poema de “Viento, Semillas y Raíces”, 2007).

 

 

 “Nació en la fragua de un herrero,

sobre un yunque, a golpes de martillo y fuego.

Mirando las estrellas creó la rodaja;

del toro copió las astas;

del gallo, el arquero cuello,

sirviole de modelo para el pihuelo

y en flores y enredaderas inspirado,

diseñó el artístico enchapado.

 

Más, su obra nació sin vida, muda, fría;

no cantaba, no lloraba, ni reía.

De una bandada de chirigues, la algarabía,

sugirióle que la rodaja templar debía.

Trabajó y no descansó, hasta darle claro tintinear

y por fin pudo oírla reír, cantar y llorar.

Sólo entonces forjó la hermana gemela

y las bautizó con el nombre de Espuelas”.

 

(“Leyenda de la espuela”, 2000)

 

En este sentido su obra enlaza los discursos, a veces silentes, inconexos o litigantes  que emanan desde la historiografía, antropología y sociología, dándole cuerpo a ese Quillota del imaginario colectivo, propio del principios del diecinueve y mediados del veinte, aún más rico que su auténtico devenir histórico.

 

 

Quillota, marzo de 2023