La personalidad más gravitante en el accionar de la Primera Junta de Gobierno, constituida el 18 de Septiembre de 1810 en la capital de Chile, fue la de don Juan Martínez de Rozas, representante de la provincia de Concepción, personaje nacido y fallecido en la ciudad de Mendoza (1759 – 1813). Cuando Rozas nació, Mendoza pertenecía a la Capitanía General de Chile.
Este prócer de nuestra Independencia, al igual que José Miguel Carrera (su rival), Manuel Rodríguez y Ramón Freire, no ha sido objeto de un estudio biográfico detallado y profundo, ajeno a idealizaciones y prejuicios. El historiador escocés Simón Collier, en la obra aludida en una nota nuestra anterior, acertadamente, señala que Rozas y su amigo Bernardo O’Higgins fueron de los pocos que en el año 1810 eran separatistas, o sea partidarios de la independencia total de España. Claro que Collier también constata que “El caso de Juan Martínez de Rozas no es del todo fácil de comentar. El era una rara mezcla de idealista y oportunista”.
(¿De cuántos políticos actuales se podría decir lo mismo?)
El destacado político e intelectual, quillotano y conservador Zorobabel Rodríguez Benavides (1839-1901) casó con doña Carmen Rozas García, nieta de Juan Martínez de Rozas. Este ilustre “nieto político” de Rozas le dedicó un soneto, que rescato del olvido el clásico texto “Las efemérides al servicio de la educación”. Sus decimonónicos son los siguientes:
Amó la ciencia con delirio; y ella
en cambio le inspiró la excelsa idea
de dar a Chile la fulgente estrella
que hoy orgullosa en su estandarte ondea.
Sigue la juventud su noble huella;
levanta audaz de la razón la tez
y ante la luz que hacia doquier destella
el opresor de espanto tambalea.
Capitán valeroso y entendido,
genio plectro, voluntad de acero;
le corona la gloria de haber sido.
El primer periodista y el primero,
que con la fe que del talento emana
el grito dio de Unión Americana
Este prócer de nuestra Independencia, al igual que José Miguel Carrera (su rival), Manuel Rodríguez y Ramón Freire, no ha sido objeto de un estudio biográfico detallado y profundo, ajeno a idealizaciones y prejuicios. El historiador escocés Simón Collier, en la obra aludida en una nota nuestra anterior, acertadamente, señala que Rozas y su amigo Bernardo O’Higgins fueron de los pocos que en el año 1810 eran separatistas, o sea partidarios de la independencia total de España. Claro que Collier también constata que “El caso de Juan Martínez de Rozas no es del todo fácil de comentar. El era una rara mezcla de idealista y oportunista”.
(¿De cuántos políticos actuales se podría decir lo mismo?)
El destacado político e intelectual, quillotano y conservador Zorobabel Rodríguez Benavides (1839-1901) casó con doña Carmen Rozas García, nieta de Juan Martínez de Rozas. Este ilustre “nieto político” de Rozas le dedicó un soneto, que rescato del olvido el clásico texto “Las efemérides al servicio de la educación”. Sus decimonónicos son los siguientes:
Amó la ciencia con delirio; y ella
en cambio le inspiró la excelsa idea
de dar a Chile la fulgente estrella
que hoy orgullosa en su estandarte ondea.
Sigue la juventud su noble huella;
levanta audaz de la razón la tez
y ante la luz que hacia doquier destella
el opresor de espanto tambalea.
Capitán valeroso y entendido,
genio plectro, voluntad de acero;
le corona la gloria de haber sido.
El primer periodista y el primero,
que con la fe que del talento emana
el grito dio de Unión Americana