viernes, 17 de julio de 2009

“En mi pueblo”, poema de Manuel Varas Espinosa



Del Aconcagua en la opulenta orilla,

en medio de una flora tropical,
triste, en silencio y á la vez sencilla,
se alza Quillota, mi ciudad natal.

Misteriosa se yergue é imponente,
su quietud nada viene á perturbar,
y parece el murmullo del torrente
leyendas de otros tiempos evocar.

Reina y señora de este fértil suelo
que Natura colmara de esplendor,
lleva en su frente, que levanta al Cielo,
la corona perenne de verdor.


Perdida del boscaje entre las galas,
en brazos del reposo se entregó,
como paloma que plegó las alas
y cansada en el bosque se adurmió.


El silencio, el misterio, la espesura,
juntos le brindan sus encantos mil,
¡es un Edén plantado en la llanura,
verjel hermoso, sin igual pensil!


Aquí Naturaleza sus caudales,
agotó de hermosura y de bondad:
hay crepúsculos, auroras tropicales,
hay misterio, silencio, soledad…


Para el que busca la perdida calma,
hay misterio y silencio en que vivir;
para el que lleva destrozada el alma
hay soledad en que poder gemir.


Suspira entre los árboles la brisa,
arrúllanse las aves con amor,
á sus plantas el río se desliza
magnífico, soberbio y bullidor.


Todo es aquí grandeza y armonía,
motivo de solaz y admiración,
y á raudales la dulce Noesía
brinda al poeta regia inspiración!


Viajero por la senda de la vida,
después de larga ausencia vuelvo á ti,
Quillota hermosa, mi ciudad querida,
toda encanto y recuerdos para mí.


Aun muy niño abandoné tus lares,
sin conocerte hermosa te perdí:
desde las playas de lejanos mares
en mis ensueños sin cesar te ví.


Siempre latente en la memoria mía
tu nombre, nunca lo llegué á olvidar,
porque en mi mente tu recuerdo unía
á los recuerdos del paterno hogar.


Hoy vuelvo á ti: el viento, la pradera,
el río, el monto, el ave en su cantar…
todo me habla de mi edad primera,
todo mi infancia me hace recordar.


Todo en lenguaje dulce y misterioso,
que tan sólo yo puedo comprender,
me habla de aquel tiempo venturoso
que ya ha pasado, para no volver.


¡Gratos recuerdos de la tierna infancia,
-flores que nunca perderán su olor,-
cómo respira el alma la fragancia
que guardáis de inocencia y de candor!


Plácido el viento que rozó mi frente
cuando niño, la vuelve hoy á rozar,
el murmullo grandioso del torrente
en mis oídos vuelve á resonar.


Igual el monte y la floresta bruna,
el cielo con su misma nitidez,
sólo el hogar que cobijó mi cuna
deshecho por el tiempo fué tal vez.


Al volver á mi pueblo, del pasado
empezaron recuerdos á surgir,
y sentíme á otro tiempo transportado
y en otra edad me pareció vivir.



Volví á ser niño, y en aquel instante,
mi vida entera deslizarse ví;
y ví mi cuna y á su madre amante
y el eco de su voz llegó hasta mí.


En sus brazos me ví,- sobre mi frente
sus ósculos sentir me pareció…
todo fué sueño que forjó la mente,
todo ilusión que pronto se borró.


*

Del Aconcagua en la opulenta orilla,
en medio de una flora tropical,
triste, en silencio y á la vez sencilla,
se alza Quillota, mi ciudad natal.



Poema de la antología “Parnaso Chileno” (1910) de Armando Donoso, del poeta, periodista y político nacido en Quillota Manuel Varas Espinosa (1880-1959).