Entre los varios libros que dejó mi fallecido suegro, el ingeniero agrónomo (Nacido en Lebu en 1899) Carlos Cruz Ramírez, está el “Diccionario Biográfico de Chile” (1950 – 1952) que en sus más de 1.400 páginas contiene informaciones sobre chilenos vivos en los años de su edición.
De las entradas que leí o releí deseo destacar seis. El primero es el periodista Orlando Arancibia autor de “Al pie del Mayaca”, que merece una detallada biografía. Como pista para investigadores, consigno los nombres de sus hijos Liliana y Hernán Arancibia Soto.
El segundo quillotano es el destacado cantante Mario Arancibia Sotomayor que en los años 1950 y 1951 viajó por América en gira artística. Alguna calle de Quillota debe llevar el nombre de este artista.
No podía faltar en el citado libro un miembro de la familia Rodríguez. Me refiero a Alfredo Rodríguez Rozas, uno de los hijos del célebre quillotano do Zorobabel. Abogado diputado conservador, director de “La Unión”, propietario de una finca en Charravata y socio del club “Rafael Ariztía” de Quillota. Coautor de una obra sobre el terremoto de 1906. Hombre múltiple como su padre.
Con mucha emoción, leí lo referente a don Horacio Frez Meneses, gran amigo ya fallecido, generoso bibliófilo, poseedor de una importante biblioteca en su casa de Villa “Italia”. Con no menos emoción, encontré al periodista y escritor Tancredo Pinochet Le Brun (nacido junto con la Guerra del Pacífico) a quien, como alumno del Liceo de Hombres de Quillota, escuché presentar su libro “Motín en la biblioteca”. Fue candidato independiente a la presidencia de la República.
Finalizo estas líneas con un familiar de un conocido político nacional: Carlos Larraín de Castro, historiador y genealogista. Autor, entre varias otras obras, de “Historia de Viña del Mar” y “Orígenes de Zapallar”.
De las entradas que leí o releí deseo destacar seis. El primero es el periodista Orlando Arancibia autor de “Al pie del Mayaca”, que merece una detallada biografía. Como pista para investigadores, consigno los nombres de sus hijos Liliana y Hernán Arancibia Soto.
El segundo quillotano es el destacado cantante Mario Arancibia Sotomayor que en los años 1950 y 1951 viajó por América en gira artística. Alguna calle de Quillota debe llevar el nombre de este artista.
No podía faltar en el citado libro un miembro de la familia Rodríguez. Me refiero a Alfredo Rodríguez Rozas, uno de los hijos del célebre quillotano do Zorobabel. Abogado diputado conservador, director de “La Unión”, propietario de una finca en Charravata y socio del club “Rafael Ariztía” de Quillota. Coautor de una obra sobre el terremoto de 1906. Hombre múltiple como su padre.
Con mucha emoción, leí lo referente a don Horacio Frez Meneses, gran amigo ya fallecido, generoso bibliófilo, poseedor de una importante biblioteca en su casa de Villa “Italia”. Con no menos emoción, encontré al periodista y escritor Tancredo Pinochet Le Brun (nacido junto con la Guerra del Pacífico) a quien, como alumno del Liceo de Hombres de Quillota, escuché presentar su libro “Motín en la biblioteca”. Fue candidato independiente a la presidencia de la República.
Finalizo estas líneas con un familiar de un conocido político nacional: Carlos Larraín de Castro, historiador y genealogista. Autor, entre varias otras obras, de “Historia de Viña del Mar” y “Orígenes de Zapallar”.