viernes, 14 de septiembre de 2012

El Historiador Jorge Pinto

Fotografía tomada de http://www.araucanianoticias.cl

Al parecer, alguien iluminó al jurado que acertadamente otorgó por unanimidad, el 27 de agosto, el Premio Nacional de Historia 2012 al doctor Jorge Pinto Rodríguez (1944). Los otros postulantes eran: Isabel Cruz, Oscar Pinochet de la Barra, Joaquín Fermandois, René Millar y Antonio Dougnac. Rehusó postular el destacado historiador Cristián Gazmuri.

El ganador fue apoyado por la Universidad de La Frontera y por sus colegas Sergio Grez, Gabriel Salazar y José Bengoa.

Subrayemos que Pinto es un estudioso provinciano, ya que nació en La Serena, vive en Villa Alemana, estudió Historia en Valparaíso, ha enseñado en La Serena y es académico de la Universidad de La Frontera (Temuco).

Su especialización se evidencia leyendo los títulos de sus libros: “La Serena Colonial” (1983), “La Formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche” (Segunda edición 2003), “Los Censos chilenos del siglo XX” (2010), “La población de la Araucanía en el siglo XX” (2009), “Araucanía y Pampas” (1996), “Chile, una economía regional en el siglo XX. La Araucanía, 1900 – 1960” (2012).

Para enterarnos de una de las polémicas interpretaciones de Jorge Pinto leamos las siguientes líneas de las páginas 23 y 64 de la segunda de sus obras mencionadas:

“…Algo parecido ocurrió con la Independencia. Aunque al comienzo ésta fue asociada a la lucha del araucano contra el invasor español del siglo XVI, presentándose al indígena como un claro defensor de la libertad y de los valores en los cuales debía inspirarse la nueva “chilenidad”, muy pronto la Independencia fue percibida en la Araucanía como una amenaza para toda la sociedad fronteriza, generándose una abierta resistencia regional que la historiografía liberal denominó “Guerra a Muerte”. En nuestra opinión, más que una “guerra a muerte” , este movimiento, ocurrió entre 1814 y 1830, refleja la defensa de intereses locales por parte de una sociedad regional bien perfilada, que no estaba dispuesta a someterse a los proyectos centralizadores de la clase dirigente que empezaba a decidir el destino de Chile desde Santiago. El pueblo mapuche no se mantuvo al margen de esta resistencia, a pesar de la expresa voluntad de algunos dirigentes e intelectuales de la época de incluirlo en el proyecto de país que estaban formulando.”

“…Esta resistencia incluyó a parte del ejército realista que escapó hacia el sur después de Chacabuco (12 de febrero de 1817) y Maipú (5 de abril 1818), a sectores de la sociedad criolla de Concepción, a miembros de la iglesia y a casi todas las parcialidades mapuche, cuya lealtad al monarca, comprometida en los numerosos parlamentos que se celebraron durante la Colonia, fue permanentemente invocada para combatir al ejercito que la misma historiografía liberal denominó “patriota”.

Hemos utilizados para esta nota informaciones de los periodistas Pablo Marín y Juan Ignacio Rodríguez.