viernes, 18 de enero de 2013

Dos escritores quillotanos y Valparaíso

Independientemente de la edad, el sexo o la actividad, casi todos los chilenos nos sentimos atraídos por Valparaíso, que durante el presente año (1) está conmemorando el 450º aniversario de su descubrimiento.  Esta atracción es más poderosa en los artistas, intelectuales y escritores.  De dos de los últimos nacidos en Quillota, transcribiremos párrafos relativos al puerto.

Luis Enrique Délano inicia su cuento “Una Ventana en Playa Ancha” autobiográficamente:

Es imposible que yo oiga hablar de Valparaíso sin poner el oído alerto, sin despertarme enteramente.  Valparaíso es para mí la significación de grandes cosas. Es como un pozo donde yo me lanzaba de cabeza, reconfortante y delicioso.  Tiene para mi vida un gran prestigio y una gran claridad, como que representa el sitio de mis primeros sueños y mis primeras esperanzas.

Mis primeras esperanzas. Para concretarlas es preciso que imagine a un niño apoyado en una ventana, que, miraba desde la ciudad, no es sino una de las cien mil ventanas que todas las noches parpadean, se iluminan y se apagan como estrellas aburridas.  Una ventana que ocupa _ bien lo veréis_ un ancho lugar en el mapa de mis recuerdos de infancia”.

El profesor básico jubilado Ernesto Barrera, en su mejor cuento, “Un Ratón de Bahía”, nos describe brevemente el puerto de su personaje Pat’ejuan con las siguientes palabras:

La escena era casi siempre la misma.  Los barcos, que atracaban cerca o distantes; la lancha de la Gobernación, asmática y enjoyada de bronces como una vieja rica; las boyas, que cimbraban sus amarras acostadas en el agua. De repente, el cable se perdía bajo la superficie; luego aparecía, tirante como un elástico.  Recordaba cuando “El Perico”, el bote de don Damián, salió disparado por el cable, arteramente oculto.  Damián estaba viejo y débil. Veía poco. Por eso resultaba comprensible su torpeza.  Menos mal que el bote no se hundió. No pasó nada, fuera del susto, el remojón y el jaleo de los testigos… Sus ojos continuaban el viaje acostumbrado. Al fondo de la poza, los barcos balleneros, pequeños Hércules, aguardaban su turno; los plateados ciclos por el azote del viento, pero siempre dispuestos a volver.  Arboladuras lejanas, cerros.  Y, por todas partes, el aire claro, salpicado de gaviotas”.

Luis E. Délano (1907-1985 fue cuentista, novelista, biógrafo y periodista. Ernesto Barrera, nacido en 1922, cultiva el cuento, el ensayo y la novela.


NE: 1) Esta nota fue publicada originalmente en La Estrella, edición del 4 de abril de 1986 p.8