Justo Abel Rosales
Durante
esta segunda quincena del mes de agosto, se recuerdan tres hechos decisivos
pertenecientes a la trágica Guerra Civil de 1891; el desembarco en Quintero y
paso del río Aconcagua (20 y 21 de agosto); la batalla de Concón (el 21) y la
batalla de La Placilla
(el 28). En esta última, murieron los
valerosos generales constitucionales Barbosa y Alcérreca.
Como
es sabido, la mencionada guerra civil concluyó con la derrota de las fuerzas
que apoyaban al Presidente José Manuel Balmaceda.
En
esta nota, deseamos, a propósito de estos aniversarios, evocar dos personajes
balmacedistas relacionados con Quillota, el primero por su nacimiento y el
segundo por sus estudios y labor periodística: don Francisco Herboso y España
(nacido en nuestra ciudad en 1861) y don Justo Abel Justiniano (1855-1896),
respectivamente.
Francisco
Herboso fue diputado, secretario del Senado, Ministro de Justicia e Instrucción
Pública (1899-1900) y Ministro Pleniplotenciario en Venezuela, Ecuador, Centro
América, Brasil, Japón y Colombia, habiendo pertenecido a numerosas
instituciones académicas y recibido señalados honores, tanto en Chile como en
el extranjero. Estudió en Valparaíso,
New York y París, titulándose de abogado. En 1887 viajó a Europa, Asia y
África. Publicó en 1892 su obra
“Estudios Penitenciarios” y, posteriormente, sus “Reminiscencias de Viajes”, en
varios volúmenes.
Según
el erudito periodista Juan de Luigi, “Injustamente olvidado o menospreciado,
Justo Abel Rosales es una figura destacada de nuestra segunda mitad del siglo
XIX.
“Fue
empleado público, soldado y oficial en la Guerra del Pacífico; archivero y periodista
político, miembro activo y patrocinador de una serie de instituciones patrióticas
y de ayuda mutua. Historiador,
novelista, genealogista, bibliógrafo y por sobre todo un chileno de clase
media, santiaguino por costumbres y por corazón”.
Rosales
nació en Valparaíso, donde inició sus estudios primarios, continuándose en
Quillota donde se trasladó con su familia. En
nuestra ciudad, muy joven, colaboró en el periódico “El Pueblo de Quillota”
entre los años 1874 y 1876, aproximadamente, con el seudónimo de Ruy Blass.