jueves, 1 de mayo de 2014

Citas y cifras reveladoras



Los acontecimientos acaecidos tras la Ocupación de Lima (1881) por el Ejército chileno -uno de los episodios más polémicos de nuestra historia-, son el reflejo de un contexto ideológico poco difundido del cual fueron parte los planteamientos de notables intelectuales decimonónicos.


Frecuentemente, al leer un texto, ya sea libro o artículo, nos encontramos con juicios, propósitos, confesiones o datos, que revelan  aspectos poco divulgados de personajes y conflictos bélicos chilenos.  En este caso acerca de los mapuches y las guerras con Perú y Bolivia.

El 10 de agosto de 1868, en un discurso parlamentario el político y polígrafo Benjamín Vicuña Mackenna sostuvo:

El indio […] no es sino un bruto indomable, enemigo de la civilización porque solo adora todos los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituyen la vida del salvaje.  Se invoca la civilización a favor del indio y ¿qué le debe nuestro progreso, la civilización misma? Nada, a no ser el contagio de barbarie con el que ha inficionado nuestras poblaciones fronterizas, por lo que la conquista del indio es esencialmente, como lo ha sido en Estados Unidos, la conquista de la civilización”.

Más adelante afirmó: “Cíteseme pues _afirmaba con ironía_ una sola figura, un solo nombre de los “héroes” de Arauco en cuya cabeza aplastada la civilización ha y hecho penetrar uno solo de sus rayos”.

(De un artículo (2012) del académico Gabriel Cid).

Claramente, racismo para justificar ocupación territorial(1), que no compartimos.

La guerra que hizo Chile a la Confederación Perú-Boliviana, desde el punto de vista de su justicia y utilidad, es uno de los más interesantes problemas de nuestra historia; …”.

(Zorobabel Rodríguez Benavides en “Miscelánea literaria, política y religiosa”, 1873).

Sería interesante conocer los argumentos del quillotano acerca de la Guerra contra la Confederación Perú-Bolivia o Peruana –Boliviana (1837-1839).

Años después, con posterioridad a las batallas de Chorrillos y Miraflores (1881), durante la Guerra del Pacífico, el ánimo de Rodríguez era muy diferente, contradictorio con el cristianismo católico, ya que escribió lo que sigue:

El Perú tiene algunos ferrocarriles productivos: explotémoslos por cuenta de Chile, i, en caso necesario, destruyámoslos i traigamos a Chile sus rieles, sus máquinas i equipo.  Tiene contribuciones fiscales  i municipales: cobrémoslas por cuenta de Chile.  Tiene, fuera de Tarapacá , en la islas de Lobos, en Guañapi i en otros puntos, depósitos de guano: pongámonos en el acto a vender cargamentos a bordo a quien quiera comprarnos.  Tiene palacios lujosamente alhajados, establecimientos públicos con menajes que valen muchos centenares de miles, estatuas, museos, bibliotecas: que todo esto sufra la lei del vencedor. Tiene dos millones de habitantes que, a pesar de la pobreza del país viven bien o mal: pues que a costa de ellos i mejor que todos ellos, vivan nuestros soldados i marinos”.

(Citado, de los periódicos “El Independiente”, 06.02.1881, y “El Estandarte Católico”, 07.02.1881, en La Guerra del Pacífico y deberes de la América”, escrito por el periodista colombiano Adriano Páez y publicado en 1881 en Bogotá, en la Imprenta de Gaitán).

El historiador Julio Pinto, en una obra de 2002, cita reveladoras palabras pronunciadas durante la Guerra del Pacífico por el político liberal Isidoro Errázuriz:

Por una circunstancia feliz, sin ejemplo en la historia de las naciones, esta guerra en apariencia tan llena de peligros ha sido para Chile una salvación, ha sido un negocio.  Esta guerra vino a golpear nuestras puertas cuando la crisis más desconsoladora por su interminable duración tenía aletargados nuestra industria y nuestro comercio; cuando la falta de trabajo llevaba el hambre y la desesperación a muchos hogares; cuando por la misma razón, se multiplicaban los crímenes; en fin, hasta el tranquilo horizonte de nuestra imperturbable paz interna comenzaba a cubrirse de nubes.  La guerra lo ha cambiado todo: … “.

Errázuriz alude a la grave crisis de 1873-1878.

“Caracterización de los contingentes movilizados a la Guerra del Pacífico en Bolivia, Chile y Perú” es el título de la ponencia, publicada en 2007, del doctor en Historia Carlos Méndez Notari. 

Del contingente chileno  copiamos los porcentajes que nos parecieron más relevantes de los cinco aspectos investigados.


 Procedencia

El 48,81% procedía de la zona sur (desde Rancagua a Punta Arenas).

Promedio edad

El porcentaje más alto (33,14%) entre 22 y 25 años.

Estado civil

El 63,95% era soltero.

Alfabetización

Lee y escribe: 61,05%.

Situación laboral

Profesionales y Militares 6,51%

Comerciantes 6,51%

Campesinos 5,81%

Artesanos y obreros 65,10%

Empleados 2,90%

Gañanes 9,88%

Estudiantes 2,32%


(Cada lector deberá sacar sus conclusiones).



1) NE: Referente de este discurso nacionalista y racista que inmortaliza la figura del roto chileno –asumido por el gobierno liberal y la ciudadanía en general- es la voz conservadora de El Independiente, cuyo redactor Zorobabel Rodríguez glorificaba las acciones de Pisagua (02 noviembre de 1879) afirmando que “Chile tiene por qué estar orgulloso de sus hijos” subrayando un mítico origen histórico de la raza chilena compuesto por los “Los hijos del indómito Arauco […] los descendientes de los héroes legendarios, cantados por Ercilla”, dando cuenta de una mezcla – la raza – que además ha sido disciplinada, por el carácter europeo y por la ciencia moderna (El Independiente, Santiago, 13 de noviembre de 1879, p. 1). Rodríguez agrega argumentos que exacerban la “superioridad moral” de los chilenos, siendo una cualidad transversal al encontrarse anidada en “ricos y pobres, hombres de letras y hombres de negocios, los chilenos vivimos enamorados de la patria”. Plantea además que esta característica nos diferencia de los pueblos enemigos: “El infeliz indígena, – continua ‘El Independiente’ – que es la base del ejército aliado, no conoce a la patria más que de nombre, ni conoce más que los aspectos sombríos y odiosos de la vida civilizada”. La falta de progreso e ilustración de estos habitantes, a diferencias de los ‘rotos chilenos’, explicarían la incapacidad de estos pueblos de acercarse a sentimientos tales como el amor a la patria. Y el soldado chileno “no es más que el roto chileno con uniforme militar, he ahí nuestro héroe eterno y nuestro invencible generalísimo” (Ibíd). Extractado de Discursos racistas en Chile y Perú durante la Guerra del Pacífico (1879-1884) Juan  Carlos Arellano G. Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 38, n. 2, p. 239-264, jul./dez. 2012.