"Una Chingana". Claudio Gay. Album d'un
voyage dans la République
de Chili, Paris 1854.
El
fallecido y recordado investigador del Museo Histórico y Arqueológico de
nuestra ciudad Eduardo Linqueo transcribió la siguiente crónica del periódico
“El Diario” de Valparaíso, publicada el 5 de octubre de 1852, con el título
“Las fiestas de Setiembre en Quillota”, escrita por C. de la C. el 27 de septiembre del año
consignado.
NE:
Nos permitimos no considerar los párrafos iniciales.
"La Ciudad marítima
inició sus fiestas el 15, Quillota el 18 mismo. En el Sol cuyos rayos los
chilenos atisban para descubrirle sus cabezas, para atisonar los aires con el
imponente estruendo de las armas, para entonar himnos de gloria, a esa misma
gloria, asomó para este pueblo entusiasta cuando un triple caso aguardaba en el
anfiteatro de la plaza.
En el cerro denominado Mayaca,
hiciéronse las salvas de artilleria por ordenanzas prescritas y esa fue la
primera señal del placer no interrumpido hasta el 20 inclusive. Entonces el
Himno patriótico de Chile por un coro de bellas señoritas primero, voluntario
sacrificio de esas flores delicadas que no temieron sin embargo retar
orgullosas las heladas brisas que soplaban de oriente, ni sospecharon siquiera
que las gotas del relente de una mañana brumosa, podrian imprimir el malestar
para el resto de esos días. Loor y gratitud para ellas.
Sucesivamente continuaron los alumnos
del colejio municipal de niñas y las de hombres, aquellas vestidos de los
colores nacionales, estos llevando a la cabeza el gorro de la libertad.
El anfiteatro por los cuatro puntos
cardinales ofrecia a la distancia la lectura de nombres venerados para Chile,
nombres que representan la Independencia Americana. Notamos con suma
complacencia que figuraba el de uno de nuestros próceres mas populares y
estimados, de una de nuestras glorias vivientes cuya dicha de queria sus
destinos todavía posee la venturosa capital del comercio.
En el centro justamente se elevaba el
pabellón nacional, y a su pie se divisaban las figuras notables y queridas de
Dueñas y de Gac, ídolo el primero del Departamento todo, ídolo el segundo de
los hombres de armas. Acompañaban a estos varios regidores y vecinos cuando de
un lado el circulo la banda de música, y de otro la numerosa juventud de
Valparaíso que ciertamente no negó su presencia a tan agradable principio de
dia.
Algunas horas después tuvo lugar la
misa de gracias concurrida por las corporaciones civiles y militares aunque
extrañábase con razón la inasistencia de la mayor parte de las damas notables
de la Ciudad,
y un orador de la órden de los regulares franciscanos pronunció, aunque con
excesiva modestia, una oración a la verdad bastante oportuna y adecuada.
Refirió con fino y propiedad las consiguientes aflicciones de los Pueblos, en
unos casos las indefinibles alegrias de los mismos, en otros hasta que quedó
establecida la independencia nacional y terminó escitando el patriotismo
chileno a la unión y al reconocimiento debido al Supremo Regulador del destino
de las naciones, únicos e indispensables elementos para la felicidad de los Estados.
El Sol del gran dia, todos lo sabemos
por experiencia es demasiado presuroso. Bien preciso pues en occidente ocultó
sus resplandores, dando su adiós con promesa de vuelta, a los hijos de Chile
que con tanto orgullo y placer celebran su aparición.
Para consolarnos de esta despedida
del astro de las luces, las calles fueron iluminadas y la autoridad local tenia
de antemano órdenes impartidas para que se prendiesen en la plaza castillos,
volcanes y jardines de fuego. Aquellos simbolos de la fuerza en nuestras
ciudades del litoral, los otros que recuerdan las que existían al pie de las
altaneras montañas de los Andes y los últimos podría propiamente decirse que
presentaban la prodigiosa fecundidad de nuestras provincias centrales, bajo
cuyo aspecto por otra parte tiene ganado tan notorio lugar el Departamento de
que tratamos.
Como este es un Pueblo que carece de
coliseo la sociedad constituyendo reuniones en uno u otro de los hoteles
principales, ya en casas particulares, se indemniza nos parece ventajosamente
de aquella falta.
Tres reuniones por mas numerosas que
sean ofrecen el dulce encanto que el aire suave de familia comunica a todas
ella esa agradable jovialidad que proviene estar diremos asi, entre los suyos,
y realmente es una especialidad tal vez propia solo de ese pueblo, porque todos
los de la buena sociedad se hallan relacionados entre si, ya por los vinculos
de sangre, ya por los menos fuertes lazos de la eterna amistad. La noche del 18
terminó con una de estas reuniones en el nuevo hotel del ferro-carril.
El 19 dia de parada militar y de la
salida de las tropas a un hermoso e inmediato campo, formaron en la plaza como
a las once. Se hallaban en ella a un costado el batallón de infanteria, con
otros tres escuadrones de caballería, los que despues de algunas evoluciones
desfilan hacia el lugar indicado.
El Gobernador mandaba en jefe la
línea, circunstancia que no tiene muchos precedentes, y a causa según parece,
de que ambos comandantes de infanteria y de caballería abrigaban la persuasión
de no solo asistirles justos títulos a cada uno para ese mando, sino que cada
uno de ellos lo consideraban como el cumplimiento de un deber inescusable,
resultando que darle la preferencia al uno o al otro de los jefes podrían
sobrevenir desagradables desidencias.
En tal emergencia halló medio
prudente el señor Gobernador de hacerla desaparecer inspirado por esos
principios de benevolencia y conciliación que tal general estima le ha
grangeado. El arbitrio que produjo este exelente resultado, fue disponerse el
mismo a la penosa molestia del comando, molestia amparada por las
circunstancias de no pertenecer a la profesión de armas.
Al fin llegando al campo las
divisiones de las dos armas, en sus marchas, contramarchas, ataques y demás
evoluciones dieron prueba de que saben reunir la destreza y conocimiento de su
carrera, el valor y decisión que en circunstancias dadas siempre mostraran.
No era dificil observar en la
oficialidad, a la que distinguia la marcialidad de su porte, la notable
complacencia de que se hallaba poseida porque exhibiendo a los extraños la
pericia de sus soldados, era a la vez mostrar a sus jefes el testimonio vivo de
sus afanes, aparte de la satisfacción que esperimenta siempre el que ve
coronada sus obras.
Tan henchidos de orgulloso placer se
han sentido a su vista algunos vecinos que han enviado con previo permiso sus
obsequios a la tropa. Es sensible que un cuerpo al que no puede negarse
moralidad, valor y aplicación, se halle forzado a presentar y formar menos que
la mitad del número de plazas de que consta por la miserable falta de
vestimentas.
Despues de tirar seis o siete mil
cartuchos se les dio descanso. Repartiendose los soldados a refrescar de las
fatigas del trabajo y de los ardorosos rayos del sol de verano que alumbró ese
día.
Mientras todo lo mas selecto del
pueblo incluida la entusiasta juventud porteña pasaron a la carpa que el
comandante Gac tenia preparada con suma abundancia en obsequio a sus oficiales
y a todos sus amigos. La franca cordialidad de la invitación a puerta abierta
pusieron colmo a la alegría y despues de algunos brindis inspirados unos por
los serios recuerdos de la patria, otros por la jovialidad; se dio la señal de
reunión, y formadas las tropas volvieron con orden a sus lugares, no dando
otros indicios e exceder la estricta
disciplina militar, que en los vivas incontenibles y frenéticos hacia su
Gobernador y comandante.
En esta noche repitieronse los fuegos
artificiales de la anterior despues de los que las jentes según su clase y
condición, pasaron a las fondas formadas al efecto en varios puntos de la
ciudad, y otrosa las Chinganas de la Cañada. Los elementos primordiales y
constitutivos de las fiestas eran tres. El uno aquel dulce pero veleidoso licor
americano que el cristal colora de rosa: El otro las pulsaciones alegres,
caprichosas y alarmantes de ese instrumento que el buen gusto solo puede oir
con delicias, cuando sus ricas armonias los acarrea la mano ejercitaba de algún
ciudadano de la república vecina: y el último era aquel novilísimo e histórico
instrumento que no sabemos porque en nuestros días a tan humilde espera ha
bajado, aquel triangulo de madera de pateticos y quejumbrosas vibraciones que
otro tiempo hiciera arrancar y concebir lágrimas y sublimes pensamientos;
instrumento y memoria de los pasados siglos teñidos por las manos venerables de
patriarcas y profetas.
La buena sociedad para esa noche, se
tenia también preparado en el mas antiguo de los hoteles su ambigú y tertulia:
esta fue sin disputa mas concurrida y animada, mas franca y placentera que la
anterior.
Apurada pues la copa de los goces en
dos días continuos, ya el 20 era notable el decaimiento físico en gran parte,
ya fuera también que en la juventud se operase la reacción seria del espíritu
sobre el encivamiento del placer, lo cierto es que advirtio algún movimiento de
marchas individuales, especialmente en aquellos, que por lo apremiante de sus
ocupaciones no les era dado prolongar tan agradables como fujitivos momentos.
Sin embargo allá a la caida de la
tarde, la plaza volvió a ofrecer algunos motivos de vida, así por los
paseantes, como por los entretenimientos llamados del anillo. Luego las
indesisas luces del crepúsculo atrayeron a algunos de los mismas graciosas
figuras que habían entonado el himno patrio en la aurora de Septiembre. Parece
que los señores Dueñas, Gac, Cabrera, Echeverria y otros comprendieron lo
valioso del instante y al minuto cantose por última vez.
Mas esta concluida la noche ya se
insinuaba, y el señor Echeverria improvisó una reunión, que aunque en el número
de los dados, fue mas viva y animada que las primeras, esta puso término a
todo, dejándose gratos recuerdos de la fina amabilidad de la casa.
Y a propósito señor corresponsal del
Mercurio en Quillota, los porteños nada os respondieron por escrito a la
generosa invitación que por este Diario los hicisteis de pasar el 18 en vuestro
pueblo; pero ellos guardando silencio unos días, respondieron puntuales al
espíritu de vuestro llamado, presentandose en considerable número a vuestras
puertas".