domingo, 25 de enero de 2015

El terremoto de 1822 y Quillota


Quintero Bay 1822, Mary Graham. Tomada de Memoria Chilena.

Recién comenzado el presente año, atemorizantes ruidos subterráneos y un sacudón de mediana intensidad –con epicentro a sólo 19 kilómetros de nuestra ciudad-, nos recordaron que sobre los  chilenos y, por supuesto, sobre los quillotanos pende una espada de Damocles permanente: posibles o probables terremotos o temblores de tierra. Como ejemplos tenemos los terremotos de los años 1647 (mayo), 1868 (agosto) y 1906 (16 de agosto) con epicentro en Santiago, Tacna y Arica y Valparaíso, respectivamente. El último afectó duramente a los quillotanos. Acerca del menos  referido, el del norte, hay un extenso e interesante testimonio del inglés, un ingeniero, Frederick James Stevenson (1835-1936) y un completísimo trabajo de investigación (1).

Con respecto al terremoto del martes 19 de noviembre de 1822 que causó  la ruina de Valparaíso tenemos cuatro páginas del historiador Diego Barros Arana, del tomo XIII de su “Historia general de Chile” (1894), donde afirma que acaeció poco después  de la 22.30 horas en una considerable porción del territorio nacional y al otro  lado de la cordillera, durante   2 o 3 minutos, probablemente, “y solo durante cuarenta  segundos con una violencia extraordinaria” con un ruido semejante a un trueno prolongado. “El terror  aumentaba sin cesar”.

En Valparaíso hubo 78 muertos y 110 heridos y contusos. Entre los últimos, el Director Supremo Bernardo  O”Higgins que casi  fue aplastado por una pared. “Los estragos del terremoto habían sido igualmente terribles en las villas de Casablanca, Quillota, La Ligua e Illapel, y en los caseríos de los campos inmediatos”…(Quillota ya había  ascendido de villa a ciudad). En Santiago se produjo un terror extraordinario.

En la página 532 Barros consigna: “Como sucede de ordinario después de  cada accidente de  esta clase, la imaginación popular  inventaba hechos  fantásticos  que  aumentaban el terror. Contábase  que se habían  visto luces extrañas en la cordillera, o bólidos  que   cruzaban el cielo como anunciando un terrible cataclismo”…

¿Qué sucedió en Quillota? Leamos al respecto algunos párrafos de “Diario” de la inglesa Mary Graham (2) correspondientes al día sábado 23 de noviembre de 1822.

Por fin hemos tenido noticias auténticas de la ruina de Quillota por medio de don Fausto del Hoyo, prisionero de lord Cochrane. Desde que goza de libertad de residencia, vive generalmente en Quillota, y de cuando en cuando en Quintero. Llama á lord Cochrane el tío (…) Es hombre malicioso, pero de mediocre inteligencia, muy amante de España, su patria, y resuelto á no meterse más en guerras (…)

Refiere don Fausto que se encontraba con algunos  amigos en la plaza de Quillota, tomando parte con el pueblo en las fiestas que celebran en la víspera de la octava de San Martín, patrono de la ciudad. La plaza estaba llena de puestos y enramadas de arrayán y rosas, en que había jaranas, borracheras, bailes, músicas, máscaras, en suma, una escena de disipación, ó mejor dicho, de libertinaje. Sobrevino el terremoto, y todo cambió como por encanto.

En lugar de los cantos y de los sonidos del rabel, aizóse un grito de ¡misericordia! ¡misericordia! Todos se golpeaban el pecho y se postraban en la tierra. Tejiendo coronas de espinas, las ponían sobre sus cabezas y las oprimían hasta que la sangre les corría por el rostro. Las flores de la fiesta yacían pisoteadas sobre la tierra. Algunos corrieron á sus casas destruidas á salvar á sus hijos, olvidados en las horas de regocijo, amorosamente recordados en los momentos de peligro. Los sacerdotes oraban, retorciendo angustiosamente sus manos, ante los destrozados altares, y el pueblo y las familias huían á los cerros. Tal fué la noche del 19 en Quillota.

El día 20 amaneció sobre una escena de espantosa desolación. De la gran ciudad sólo quedaban en pie veinte casas y una iglesia. Todos los hornos yacían en ruinas y no había pan. El gobernador había huido.

Sus pecados atrajeron sobre la ciudad el castigo del cielo. Así lo proclamaba el pueblo á gritos, y algunos llegaron hasta acusar al gobierno de Santiago, cuya tiranía había excitado á Dios á la venganza (3). Mientras tanto, el teniente gobernador, Mr. Fawkner, inglés de nacimiento, reunió á los principales de la ciudad para tomar algunas medidas en alivio de los damnificados. Acudió entre ellos un señor Dueñas [don Joaquín de Dueñas y Balbontín], caballero de distinguida familia, casado con una de las Carreras de Viña del Mar [doña Juana Carrera y Aguirre] y dueño de la hacienda de San Pedro. En el momento del terremoto hallábase en su casa con su esposa y su hijo. En la imposibilidad de salvar a los dos al mismo tiempo, optó por salvar primero á su mujer. Mientras ¡a sacaba de la casa, cayó el techo y aplastó á su hijo. Sufrió grandes pérdidas materiales. Agobiado bajo el peso del dolor, acudió al llamado de Fawkner.

Le dijo que ya había dado orden de que mataran cuatro bueyes y los distribuyeran entre los pobres, expresándole además el deseo de que él como gobernador recordara que él, Dueñas, á pesar de sus fuertes pérdidas, era relativamente rico y estaba dispuesto á compartir sus bienes con sus vecinos y compañeros de infortunio” (…)

En la tesis de Alfredo Palacios Roa (4) se consigna que “se calcula que en Valparaíso este  sismo  alcanzó  una magnitud de 8.5 en la  escala de Richter, y que  en  Santiago bordeó una magnitud de 7,…”

La académica argentina Brisa Varela en un artículo de 1997 (5) contrasta dos relatos del terremoto de 1822: una  carta de la aristócrata chilena María Juana Eyzaguirre (1778-1842) y el  Diario de Viaje de la británica  Mary Graham, de origen noble.

La primera lo vivió en Santiago y la segunda, en Quintero. Para María Juana, según Varela, los terremotos son “Fenómenos sobrenaturales generados por  la  ira divina frente a conductas irreligiosas o inmorales de la sociedad”. Para Mary son “Fenómenos naturales. Búsqueda  de respuestas  de tipo científico”. Camilo Henríquez, según Barros Arana, coincidía con la británica.-


1) En 2007 fue lanzado el libro “Arica 1868, un tsunami y un terremoto” del autor Manuel Fernández Canque, destacado profesor de Historia y Geografía, y Doctor en Historia Económica por la Universidad de Glasgow, Escocia. La obra fue publicada y coeditada por el Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) y la Universidad de Tarapacá de Arica. Según la reseña publicada en la Revista de Geografía Norte Grande, (Número 39 de 2008) la investigación “se presenta ante el lector no tan solo como una recopilación histórica de este gran evento, sino que además ofrece un cuadro completo de las características del tsunami de 1868, de la realidad en la cual se situaba la ciudad de Arica, y en general, toda la costa de Chile y Perú. Utiliza numerosas fuentes iconográficas y documentales de bibliotecas nacionales y extranjeras, muchas de ellas inéditas hasta el momento”.

2) En la localidad de Quintero la viajera compartió las horas previas al sismo con el secretario privado de Cochrane, Mr. William Bennet Stevenson, quien les relató en la cena sus aventuras durante el gran terremoto de Barranca y compartieron sus impresiones sobre la posibilidad de establecer una peridiocidad sobre la  ocurrencia de estos eventos que permitiera predecirlos, concluyendo que era inminente, en un lapso de uno o dos años, que  ocurriría uno en esa región del país (!), así lo consigna en el “Diario de su residencia en Chile (1822) y de su viaje al Brasil (1823), San Martín – Cochrane - O'Higgins”, Editorial América, Madrid (1916).

3) Como el gobernador o’higginista había  huido, el  liderazgo lo asumió el carrerino Enrique Fulner Price, que es la castellanización del nombre del Dr. Henry Faulkner Price, ligado al llamado Escándalo del Scorpion y al que la Graham nombra como Fawkner. Eran los últimos  meses del gobierno autoritario de O’Higgins que  abdicó en enero de 1823.

4) “Los Terremotos, Arquitectos por Excelencia: Santiago de Chile: 1730-1822”. Tesis para optar al Grado de Magíster en Historia con Mención en Historia de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas Universidad de Chile 2007.

5) “Notas sobre dos relatos del terremoto de 1822 en Chile: una lectura de género”, Documents d'anàlisi geogràfica, Nº 30, 1997.-