Quintero Bay 1822, Mary Graham. Tomada de Memoria Chilena.
Recién comenzado
el presente año, atemorizantes ruidos subterráneos y un sacudón de mediana
intensidad –con epicentro a sólo 19 kilómetros de nuestra ciudad-, nos
recordaron que sobre los chilenos y, por
supuesto, sobre los quillotanos pende una espada de Damocles permanente:
posibles o probables terremotos o temblores de tierra. Como ejemplos tenemos
los terremotos de los años 1647 (mayo), 1868 (agosto) y 1906 (16 de agosto) con
epicentro en Santiago, Tacna y Arica y Valparaíso, respectivamente. El último
afectó duramente a los quillotanos. Acerca del menos referido, el del norte, hay un extenso e
interesante testimonio del inglés, un ingeniero, Frederick James Stevenson
(1835-1936) y un completísimo trabajo de investigación (1).
Con respecto al
terremoto del martes 19 de noviembre de 1822 que causó la ruina de Valparaíso tenemos cuatro páginas
del historiador Diego Barros Arana, del tomo XIII de su “Historia general de
Chile” (1894), donde afirma que acaeció poco después de la 22.30 horas en una considerable porción
del territorio nacional y al otro lado
de la cordillera, durante 2 o 3
minutos, probablemente, “y solo durante cuarenta segundos con una violencia extraordinaria”
con un ruido semejante a un trueno prolongado. “El terror aumentaba sin cesar”.
En Valparaíso
hubo 78 muertos y 110 heridos y contusos. Entre los últimos, el Director
Supremo Bernardo O”Higgins que casi fue aplastado por una pared. “Los estragos
del terremoto habían sido igualmente terribles en las villas de Casablanca,
Quillota, La Ligua
e Illapel, y en los caseríos de los campos inmediatos”…(Quillota ya había ascendido de villa a ciudad). En Santiago se
produjo un terror extraordinario.
En la página 532
Barros consigna: “Como sucede de
ordinario después de cada accidente
de esta clase, la imaginación
popular inventaba hechos fantásticos
que aumentaban el terror.
Contábase que se habían visto luces extrañas en la cordillera, o
bólidos que cruzaban el cielo como anunciando un
terrible cataclismo”…
¿Qué sucedió en
Quillota? Leamos al respecto algunos párrafos de “Diario” de la inglesa Mary
Graham (2) correspondientes al día sábado 23 de noviembre de 1822.
“Por fin hemos tenido noticias auténticas de
la ruina de Quillota por medio de don Fausto del Hoyo, prisionero de lord
Cochrane. Desde que goza de libertad de residencia, vive generalmente en
Quillota, y de cuando en cuando en Quintero. Llama á lord Cochrane el tío (…) Es
hombre malicioso, pero de mediocre inteligencia, muy amante de España, su
patria, y resuelto á no meterse más en guerras (…)
Refiere don Fausto que se encontraba con algunos amigos en la plaza de Quillota, tomando parte
con el pueblo en las fiestas que celebran en la víspera de la octava de San
Martín, patrono de la ciudad. La plaza estaba llena de puestos y enramadas de
arrayán y rosas, en que había jaranas, borracheras, bailes, músicas, máscaras,
en suma, una escena de disipación, ó mejor dicho, de libertinaje. Sobrevino el
terremoto, y todo cambió como por encanto.
En lugar de los cantos y de los sonidos del rabel, aizóse un grito de
¡misericordia! ¡misericordia! Todos se golpeaban el pecho y se postraban en la
tierra. Tejiendo coronas de espinas, las ponían sobre sus cabezas y las
oprimían hasta que la sangre les corría por el rostro. Las flores de la fiesta
yacían pisoteadas sobre la tierra. Algunos corrieron á sus casas destruidas á
salvar á sus hijos, olvidados en las horas de regocijo, amorosamente recordados
en los momentos de peligro. Los sacerdotes oraban, retorciendo angustiosamente
sus manos, ante los destrozados altares, y el pueblo y las familias huían á los
cerros. Tal fué la noche del 19 en Quillota.
El día 20 amaneció sobre una escena de espantosa desolación. De la
gran ciudad sólo quedaban en pie veinte casas y una iglesia. Todos los hornos
yacían en ruinas y no había pan. El gobernador había huido.
Sus pecados atrajeron sobre la ciudad el castigo del cielo. Así lo
proclamaba el pueblo á gritos, y algunos llegaron hasta acusar al gobierno de
Santiago, cuya tiranía había excitado á Dios á la venganza (3).
Mientras tanto, el teniente gobernador,
Mr. Fawkner, inglés de nacimiento, reunió á los principales de la ciudad para
tomar algunas medidas en alivio de los damnificados. Acudió entre ellos un
señor Dueñas [don Joaquín de Dueñas y Balbontín], caballero de distinguida familia, casado con una de las Carreras de
Viña del Mar [doña Juana Carrera y Aguirre] y dueño de la hacienda de San Pedro. En el momento del terremoto
hallábase en su casa con su esposa y su hijo. En la imposibilidad de salvar a
los dos al mismo tiempo, optó por salvar primero á su mujer. Mientras ¡a sacaba
de la casa, cayó el techo y aplastó á su hijo. Sufrió grandes pérdidas
materiales. Agobiado bajo el peso del dolor, acudió al llamado de Fawkner.
Le dijo que ya había dado orden de que mataran cuatro bueyes y los
distribuyeran entre los pobres, expresándole además el deseo de que él como
gobernador recordara que él, Dueñas, á pesar de sus fuertes pérdidas, era
relativamente rico y estaba dispuesto á compartir sus bienes con sus vecinos y
compañeros de infortunio” (…)
En la tesis de
Alfredo Palacios Roa (4) se consigna que “se calcula que en Valparaíso
este sismo alcanzó
una magnitud de 8.5 en la escala
de Richter, y que en Santiago bordeó una magnitud de 7,…”
La académica
argentina Brisa Varela en un artículo de 1997 (5) contrasta dos relatos del
terremoto de 1822: una carta de la
aristócrata chilena María Juana Eyzaguirre (1778-1842) y el Diario de Viaje de la británica Mary Graham, de origen noble.
La primera lo
vivió en Santiago y la segunda, en Quintero. Para María Juana, según Varela,
los terremotos son “Fenómenos sobrenaturales generados por la ira
divina frente a conductas irreligiosas o inmorales de la sociedad”. Para Mary
son “Fenómenos naturales. Búsqueda de
respuestas de tipo científico”. Camilo
Henríquez, según Barros Arana, coincidía con la británica.-
1) En 2007 fue
lanzado el libro “Arica 1868, un tsunami y un terremoto” del autor Manuel
Fernández Canque, destacado profesor de Historia y Geografía, y Doctor en
Historia Económica por la
Universidad de Glasgow, Escocia. La obra fue publicada y coeditada
por el Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dirección de
Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) y la Universidad de
Tarapacá de Arica. Según la reseña publicada en la Revista de Geografía Norte
Grande, (Número 39 de 2008) la investigación “se presenta ante el lector no tan
solo como una recopilación histórica de este gran evento, sino que además
ofrece un cuadro completo de las características del tsunami de 1868, de la
realidad en la cual se situaba la ciudad de Arica, y en general, toda la costa
de Chile y Perú. Utiliza numerosas fuentes iconográficas y documentales de
bibliotecas nacionales y extranjeras, muchas de ellas inéditas hasta el momento”.
2) En la
localidad de Quintero la viajera compartió las horas previas al sismo con el
secretario privado de Cochrane, Mr. William Bennet Stevenson, quien les relató
en la cena sus aventuras durante el gran terremoto de Barranca y compartieron
sus impresiones sobre la posibilidad de establecer una peridiocidad sobre
la ocurrencia de estos eventos que
permitiera predecirlos, concluyendo que era inminente, en un lapso de uno o dos
años, que ocurriría uno en esa región
del país (!), así lo consigna en el “Diario de su residencia en Chile (1822) y
de su viaje al Brasil (1823), San Martín – Cochrane - O'Higgins”, Editorial
América, Madrid (1916).
3) Como el gobernador
o’higginista había huido, el liderazgo lo asumió el carrerino Enrique
Fulner Price, que es la castellanización del nombre del Dr. Henry Faulkner
Price, ligado al llamado Escándalo del Scorpion y al que la Graham nombra como Fawkner.
Eran los últimos meses del gobierno
autoritario de O’Higgins que abdicó en
enero de 1823.
4) “Los
Terremotos, Arquitectos por Excelencia: Santiago de Chile: 1730-1822” . Tesis para optar al
Grado de Magíster en Historia con Mención en Historia de Chile. Facultad de
Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas Universidad de Chile
2007.
5) “Notas sobre
dos relatos del terremoto de 1822 en Chile: una lectura de género”, Documents
d'anàlisi geogràfica, Nº 30, 1997.-