Combate de San Lorenzo, detalle de la carga de Granaderos a Caballo,
de Ángel della Valle (1852 - 1903), original en el Museo Nacional de Bellas
Artes de la República
de Argentina. En medio de la acción, San Martín, atrapado por su corcel caído,
es salvado por sus hombres.
El 11 de septiembre de 1812 el coronel José de San Martín fundó el
Regimiento de Granaderos (1) a Caballo con soldados de las provincias Unidas
del Río de la Plata
y algunos extranjeros; entre éstos siete chilenos, contándose entre ellos Julián Alzogaray Coria, hijo de
Vicente y Josefa, soltero, nacido hacia
1793 en la villa de San Martín, Quillota, Chile (2).
Crear granaderos a caballo fue una idea novedosa de San Martín y sería
determinante en las sucesivas victorias del Ejército Libertador.
¿Cómo llegó el quillotano al
país vecino? Junto a otros 299 soldados chilenos, el 4 de junio de 1811, al
mando del coronel angelino Pedro Andrés del Alcázar y Zapata, realizando el primer cruce cordillerano por una dotación
de soldados. Nuestros compatriotas formaron el “Cuerpo de Granaderos del Reyno
de Chile”, encargado de la defensa de “La Fortaleza ” en Buenos
Aires, la actual casa de gobierno. Posteriormente, Julián Alzogaray se
incorporó al regimiento de San Martín.
Ricardo Rojas, en su biografía de San Martín titulada “El Santo de la
espada” (1950), nos cuenta que: “…un
día recibió la orden de partir hacia
la margen derecha del Paraná,
porque sabíase que
una escuadrilla realista de once embarcaciones
había salido de Montevideo
remontando el río en dirección
a Rosario. San Martín marchó inmediatamente con 120 hombres de su
tropa y otros jinetes auxiliares,
siguiendo la costa,” (28 de enero de
1813).Alzogaray iba entre los
120 o 125 granaderos.
La ciudad de Montevideo era el
último bastión realista del virreinato del Río de la Plata. San Lorenzo,
pequeño caserío ubicado entre Rosario y Santa Fe, fue el escenario,
desde las 5 y media de la mañana, del 3 de febrero de 1813, durante menos de media hora, del enfrentamiento entre los 250
marinos realistas y los 125 granaderos y 60 milicianos patriotas.
“Los historiadores todavía
discuten si fue un combate, una
batalla o una simple “escaramuza” (3), señala el periodista del periódico argentino “Página 12” Carlos Rodríguez. (3 de
febrero de 2013).
El quillotano pertenecía a la 2a
compañía del 2º escuadrón al
mando de San Martín, quien en el ataque
“se desplomó de su
caballo que cae mortalmente herido y lo arrastra en su caída, quedando aprisionado con su
pierna derecha bajo el peso inerte
del animal. Juan Bautista Baigorria
salvó a San Martín de ser atravesado por una bayoneta, en tanto Juan Bautista
Cabral finalmente logró rescatarlo del peligro y pierde su
vida en el intento,…”, narra Héctor Garrido Vidal, psicólogo social,
ex asistente de prensa de la
Embajada de Chile en Argentina, autor de un ensayo sobre
Alzogaray y el combate de San Lorenzo, bautismo de fuego victorioso para San
Martín y sus granaderos.
El costo humano del triunfo, sin considerar los heridos, fue 14
granaderos muertos en combate, incluyendo a Julián Alzogaray Coria. Se logró el
objetivo de los patriotas que era proteger las
costas, pueblos y ganado desde Zárate a Santa Fe de la escuadrilla realista que intentaba proveerse
de víveres e interceptar el comercio
entre Paraguay y Santa Fe (4).
El 3 de febrero de 2001, en un acto celebrado en San Lorenzo por instituciones argentinas y chilenas se
procedió a colocar una placa
recordatoria en homenaje al héroe
quillotano.
Quillota debería tener una vía llamada Calle Héroe Julián Alzogaray. En
su libro sobre las calles quillotanas (2013), Luís E. Ibarra
consigna que el Gobierno argentino en
1950, sugirió a la
Municipalidad de Quillota un reconocimiento para Alzogaray. “El tema
se trató en sesión municipal del
18 de octubre de ese año y allí se acordó el cambio de nombre del Callejón González por el de Calle Héroe Julián Alzogaray, iniciativa que en
definitiva no prosperó”.
Notas
1 Según el “Rancés”, granadero es un soldado encargado de lanzar
las granadas y una granada es un pequeño recipiente metálico
lleno de una substancia explosiva, fumígena o lacrimógena, que se lanza con la
mano.
2 Así consta en la nómina de
bajas en los "Soldados de San Martín en San Lorenzo" de
Roberto Colimodio y Julio Romay (2012), Alfar Editora, autores que contabilizan
las bajas en 16 muertos. De ellos: 2 oficiales y 14 soldados (un sargento, un
cabo y doce granaderos.
3 De la fugaz, certera y mortífera carga de los granaderos, concebida
de la genial estrategia de San Martín, fruto de su personal experiencia en
tácticas de combate napoleónicas, da fe el testimonio del comerciante inglés
Williams Parish Robertson, quien se encuentra con él la noche anterior a las
acciones y describe el combate en su libro "Letters on Paraguay"
(relato que podemos conocer gracias a la recopilación de Relatos Contemporáneos
de José Luis Busaniche, publicados por el Instituto Nacional Sanmartiniano en
2008):
“Fue un momento de intensa ansiedad
para mí. San Martín había ordenado a sus hombres no disparar un solo tiro. El
enemigo aparecía a mis pies seguramente a no más de cien yardas. Su bandera
flameaba alegremente, sus tambores y pitos tocaban marcha redoblada, cuando en
un instante y a toda brida los dos escuadrones desembocaron por atrás del
convento y flanqueando al enemigo por las dos alas, comenzaron con sus
lucientes sables la matanza, que fue instantánea y espantosa. Las tropas de San
Martín recibieron una descarga solamente, pero desatinada, del enemigo; porque,
cerca de él, como estaba la caballería, sólo cinco hombres cayeron en la
embestida contra los marinos. Todo lo demás fue derrota, estrago y espanto
entre aquel desdichado cuerpo. La persecución, la matanza, el triunfo, siguieron
al asalto de las tropas de Buenos Aires. La suerte de la batalla, aun para un
ojo inexperto como el mío, no estuvo indecisa tres minutos. La carga de los dos
escuadrones, instantáneamente rompió las filas enemigas y desde aquel momento
los fulgurantes sables hicieron su obra de muerte tan rápidamente que en un
cuarto de hora el terreno estaba cubierto de muertos y heridos (…). Supliqué a
San Martín (…) que aceptase mi vino y provisiones en obsequio a los heridos de
ambas partes, y dándole un cordial adiós, abandoné el teatro de la lucha, con
pena por la matanza, pero con admiración por su sangre fría e intrepidez. Esta
batalla (si batalla puede llamarse) fue, en sus consecuencias, de gran provecho
para todos los que tenían relaciones con el Paraguay, pues los marinos se
alejaron del río Paraná y jamás pudieron penetrar después en son de
hostilidades."
4 Bajo la rúbrica de “Victoria del 3 de febrero” el parte oficial del
Coronel de Granaderos José de San Martín al Superior Gobierno fue publicado por
La Aurora de
Chile, edición del jueves 11 de marzo de 1813, página 3:
“EXMO. SEÑOR. TENGO el honor de
decir à V. E. que en el dia 3 de febrero los granaderos de mi mando en su
primer ensayo han agregado un nuevo triunfo à las armas de la patria. Los enemigos en número de 250 hombres
desembarcaron á las 5 y media de la mañana en el puerto de San Lorenzo, y se
dirigieron sin oposicion al colegio de San Carlos conforme al plan que tenia
meditado en dos divisiones de à 60 hombres cada una: los ataquè por derecha è
izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los
fuegos de los buques, pero no capaz de contener el intrèpido arrojo con que los
granaderos cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga à
las baxadas dexando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos,
12 heridos sin incluir los que se desplomaron, y llevaron consigo, que por los
regueros de sangre, que se ven en las barrancas considero mayor número. Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una
bandera que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el
valiente oficial D. Hipolito Bouchard.
De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demas
heridos, de este número son: el capitan D. Justo Berinudez, y el teniente D.
Manuel Diaz Velez, que abanzandose con energía hasta el bordo de la barranca
cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.
El valor è intrepidèz que han manifestado
la oficialidad y tropa d emi mando los hace acreedores à los respetos de la
patria, y atenciones de V. E.; cuento entre estos al esforzado y benemerito
parroco Dr. D. Julian Navarro, que se presentó con valor animando con su voz, y
suministrando los auxîlios espirituales en el campo de batalla: igualemente lo
han contraido los oficiales voluntarios D. Vicente Marmol, y D. Julian Corvera,
que à la par de los mios permanecieron con denuedo en todos los peligros.
Dios guarde à V. E. muchos
años. San Lorenzo Febrero 3 de
1813.-Jose de San Martin”.