Las venteras ilustran la crónica “Junto al
Moyaca: Historia y embeleso de Quillota”
de Agustín Billa Garrido, en la edición 244 de En Viaje, febrero de 1954.
Con este
título, en junio de 1957, la
desaparecida revista “En Viaje”,
que circuló entre los años 1933 y 1973, publicó un texto de la
profesora y escritora Graciela
Illanes Adaro (nacida en 1916),
maestra del Liceo de Niñas de Quillota.
La autora, después de referirse a los vendedores
ambulantes (1) de las estaciones ferroviarias de Llay-Llay, La Calera y Quillota, anota:
“En Quillota las ofertas son de frutas y, según la época,
también suelen ser de flores. Tienen particular interés las vendedoras de este lugar, por ser
figuras muy características…
Es
curioso observarlas, particularmente a la
de más edad, que es la que
llama en mayor parte la atención.
Ella simboliza a todas
las de su oficio, pues es la primera
que tuvo, en este lugar, la ocurrencia de trabajar ofreciendo
frutas a los viajeros que pasan o que
parten.
La
cubre, como a las otras, un sencillo delantal blanco que no queda
deslucido junto a su cabeza entrecana, cuyo pelo está
cogido atrás con un pequeñísimo
moño-, y que forma contraste violento
con su tez rugosa de color cobrizo.
Su
frente es mediana; sus ojos
pequeños tienen aún ligeros chispeos de una vivacidad que el
tiempo no ha destruido del todo. Hay
cierta armonía en sus
rasgos que los
años han desfigurado; por el
contrario, éstos ahora están como petrificados, endurecidos por los
vientos y el sol de
innúmeros días…
Sus
rasgos, su expresión toda, no reflejan
nada: ni miedo ni cansancio ni
estupor ni tristeza. Ha
vivido ya tanto y
nada puede alegrarla ni entristecerla en demasía…”
La
anciana, según Illanes, “también
conoce a las paseantes de la estación, y sabe de las
horas preferidas en
que acuden a las
citas de los trenes, aunque nunca
esperen a nadie”.
En julio de 1960 “En viaje” publicó otro artículo, sobre nuestra ciudad, de nuestra
escritora: “Varia expresión de Quillota”.
La breve crónica
“Una caída
y nada más” , del
libro del inolvidable Luis Durand “Paisajes y gentes
de Chile” (1953),
también retrata al
personaje de Graciela Illanes. Leamos: “Entre las gentes del campo hay
dos clases de amigos: de
saludo y de mano; De mano es ya una amistad de cierta
intimidad. Y nosotros con
doña Margarita, la vendedora de
frutas de la estación
de Quillota, ya somos amigos de
mano. Mientras espero la llegada de uno de
los trenes locales, conversamos de
muchas cosas interesantes. Es decir, ella
conversa mientras yo
la oigo ávidamente. Nació doña Margarita aquí en Quillota, pero no
sabe la fecha…
Doña Margarita
conoce las calles del
pueblo desde aquellos
lejanos tiempos en
que todavía no corría
el tren…
Casada no
fui nunca yo, caballero. Yo tuve una “queida” y nada
más. Después no tuve necesidad
de pensar en cuestiones de
hombres, porque me entretuve criando
a mis hijos, que salieron
muy amorosos conmigo…
Es una
viejecita encantadora.”
En una
nota anterior, mencionamos a Graciela
Illanes, profesora de Castellano y
Filosofía, doctora en Filosofía y Letras. Ahora consignamos los títulos de
sus obras:
Cristián
Gazmuri en su libro sobre “La
historiografía chilena” (2009) considera: “La naturaleza de
Chile en su
aspecto típico y regional a través de
sus escritores” (1941); “Evolución
del sentimiento estético del paisaje en la
literatura chilena” (1940); “Gabriela Mistral y el valle
de Elqui” (1971); “España: notas de hoy sobre pueblos de ayer” (1995).
El “Diccionario
de la literatura chilena” de Efraín
Szmulewicz (1977) agrega dos ensayos: “Santiago legendario y artístico” (1946) y “La novelística de Carmen Laforet” (1972).
Notas
1 Las vendedoras de frutas y otros vendedores
ambulantes en la Estación
de Quillota, y su importancia en la iconografía de personajes típicos locales,
ya han sido motivo de referencias en nuestras notas anteriores.