Revisando el Nº25, invierno de 1983, de la “Revista
del Círculo”, órgano oficial del Círculo Literario “Quillota”, filial de la Sociedad de Escritores de
Valparaíso (SEV), encontramos el comentario de Eddie Morales Piña(1) del texto de Graciela Illanes titulado “Poemas de amor y de dolor” (Leo Ediciones, Santiago 1983), que
transcribimos como complemento de una
nota anterior: “Quillota y su personaje más típico” donde reseñábamos la
obra de la escritora.
Sobre la directora de la citada publicación,
Lucía Lezaeta Mannarelli, ver dos de nuestras notas.
El Nº25 de la revista contiene trabajos de autores quillotanos: Emilio Carvajal Edwards, Marta y Raúl Morales Álvarez, Miguel Tapia
González, Alejandro González, Dina Ampuero, Romeo Murga. Y escritores no
quillotanos: Oriel Álvarez, Marcelo
Novoa, Ana Julia Ramírez, Ronnie Muñoz, Modesto Parera, entre otros.
Recordamos, también, al grabador y pintor Álvaro Donoso Guerrero (1939-2010),
Premio Regional de Arte “Camilo Mori” 1980, autor de la ilustración de la
portada.
El artista viñamarino comenzó su formación
artística en la Escuela
de Bellas Artes de Viña del Mar donde se recibió como Maestro de Arte en
1962. En el taller de Hans Soyka tomó
contacto con la veta gráfica de la obra de Picasso y Toulouse Lautrec. Profundizó
su formación con el maestro brasileño Roberto de Lamónica y en el taller de
Osvaldo Guayasamín en Ecuador. Fue docente universitario en la Universidad de Chile y
dirigió la Sala
de Exposiciones El Farol, espacio dedicado a la labor creativa de artistas
jóvenes. Dirigió la publicación de los periódicos Concursos de Arte Joven. Escribió
artículos sobre arte, teatro y cultura en El Mercurio de Valparaíso y La Estrella de Valparaíso. Según
el Centro de Documentación del Museo Nacional de Bellas Artes, en sus obras “se
exhibe una tendencia surrealista con una mezcla de fino humor e ironía sacada
de la lectura de Lewis Carrol, Ray Bradbury, Jorge Luis Borges e Italo Calvino.
En ellas la mitología griega, el hombre, la anticipación de futuro, la
naturaleza, animales, y sus constantes pájaros, especialmente la gaviota, se
ven envueltos en atmósferas mágicas”.
“Poemas
de amor y de dolor”
Un nuevo título agrega a su ya interesante
bibliografía la escritora Graciela Illanes Adaro, cuyo nombre
aparece en el encabezamiento de
esta breve nota, publicado por Leo Ediciones, Santiago de Chile, 1983,
con ochenta y nueve páginas de prosa poética que – a juicio de su prologuista Luís Droguett Alfaro - “trae ecos de Azorín a las letras chilenas”.
La motivación inicial de la obra es un hecho
doloroso para el hablante lírico: la
pérdida del esposo, situación que le da
a esta
prosa poética un carácter
elegíaco con tonalidades religiosas
que hacen que el
recuerdo del amado ausente no se tiña con una desesperante angustia y rebeldía
ante los
designios de la
Providencia : “Rezar, orar, cantar las súplicas nos engrandece, porque nos hace
superar nuestras débiles fuerzas. Pretendemos llegar con
nuestros pedimentos a Aquel que
nos redime de toda inconformidad”. (“Plegarias”).
En un primer instante de la obra que agrupa
los poemas bajo el título de “Alborada”, encontramos que
la naturaleza se convierte
en un
estado anímico a través del cual
el hablante intenta aprehender al ser
amado: “Señor, quiero ver de nuevo cómo
“la enamorada del muro” se
adhiere a él. Así quiero yo aferrarme A
su corazón…El es mi muro. Yo seré
su trepadora. Quiero ir cubriéndolo
completamente. ¡Qué pequeña parte he
abarcado aún! Iré con mis
zarcillos débiles, de modo casi
insensible, envolviendo su ser”. (“Súplica”).
Los
sentimientos nostálgicos se hacen
presentes en la segunda parte de la obra en
que predominan los poemas que
podríamos llamar a la soledad, pues
en ellos el recuerdo de las
vivencias con el esposo
ausente se muestran con mayor
intensidad, y aún ciertos
actos cotidianos realizados en
compañía del ausente adquieren
ahora una connotación negativa: “No me
complace ahora hacer ramos de flores
, porque tú no estás conmigo”. (“No ramos”)
Sin
embargo, “su fe cristiana, su
profunda formación religiosa y
filosófica la salvan de todo negativismo”, ya que ante lo ineludible, ante el
hecho doloroso de la muerte, viene la comprensión y la certeza de
que el espíritu vive
en Dios, por eso ese tono de agradecimiento, de alabanza y de júbilo con que se cierra el libro:
“¡Gracias,
Señor, por haberlo amado tanto! Gracias por haberme
compenetrado en plenitud de la
profundidad del sentimiento. Tú que
eres amor vivo, verdadero,
eterno, pusiste en mi una
parte de tu sacro corazón, y supe lo
que era el
amor, amor humano, pero que tiene de divino cuando es profundo, cuando es
sincero, cuando matiza de belleza
todo lo que inspira”.
En síntesis. Graciela Illanes Adaro
ha escrito una
interesante obra que muestra
líricamente la unión definitiva de
dos almas más allá
de la muerte.
Notas
1 Profesor de Estado en Castellano por la Universidad de Chile. Magíster
en Literatura por la
Universidad de Playa Ancha. Profesor Titular de la Facultad de Humanidades
de la Universidad
de Playa Ancha en las cátedras de Literatura Hispanoamericana y Chilena
Colonial, Literatura Chilena, además de Literatura Medieval. Fue Subdirector y
luego Director de la
Nueva Revista del Pacífico. Es autor de diferentes libros entre
lo que se cuentan: “De Literatura y Religiosidad” (1999), “Mito y antimito en
García Márquez” (2002, segunda edición en 2011 por la Editorial Académica
Española), “Diccionario (personal) de la Literatura Chilena.
Tomo I. Época Moderna” (2003), “Lecturas sobre textos líricos” (2004),
“Brevísima relación de la nueva novela histórica en Chile” (2005) y
“Diccionario (personal) de la Literatura Chilena. Tomo II. Época Contemporánea” (2008).