domingo, 15 de mayo de 2016

Santiago Escuti Orrego, poeta


“Santiago Escuti Orrego: nació en 1855, en Rancagua. Este viejo cantor, romántico por sus ideas y sentimientos y clásico y tradicionalista por la forma de sus poemas, fue también un gran educador.
Murió en 1930 en Quillota, de cuyo liceo fue rector durante muchos años.
Para honrar su memoria, el Supremo Gobierno le ha dado su nombre a ese Instituto de segunda enseñanza”

Con estas breves palabras, Samuel A. Lillo, en su “Literatura chilena” (1941), presenta al poeta, reproduciendo además su bella obra “A Constitución” que comienza de la siguiente manera: “Constitución hermosa, privilegiado suelo/ yo vengo a tus florestas de encanto singular/ soñando en hospedarme bajo tu puro cielo,/ a la dichosa lumbre de tu feliz hogar”.

Lamentablemente, en las conocidas obras de Livacic y Roa (1955), Montes y Orlandi (1977) y Szmulewicz (1977), no figura Escuti Orrego. Por fortuna, gracias a Jaime Brito Orrego, pude leer en la revista “Renacer”, dedicada al centenario del liceo (1890-1990), publicada por los exalumnos y la comunidad liceana, el importante artículo titulado “LA OBRA POÉTICA DE DON SANTIAGO ESCUTI ORREGO EN EL CONTEXTO DE LAS CORRIENTES LITERARIAS NACIONALES (1855-1930)”, cuyo autor es Jorge Santiago Escuti Vergara, bisnieto de don Santiago. A continuación, transcribimos  párrafos escogidos de dicho trabajo:

“Pese a que mi bisabuelo se educa y crece en un ambiente cultural impregnado de liberalismo (recuérdese que termina de cursar sus estudios medios en el Instituto Nacional) y anticlericalismo, no fueron sin embargo estas corrientes o tendencias las que lo identificaron mayormente, ni a las que debe su inspiración poética. Por el contrario, su temperamento sensible lo llevó a identificarse muy tempranamente con el romanticismo y frente al positivismo, propio del siglo XIX, antepone una sólida filosofía cristiana, que será también fuente importante de muchos poemas suyos.

En consecuencia, su obra poética debe ser interpretada como una reacción del espíritu romántico, de raíz española, frente al influjo de la literatura de corte realista y costumbrista promovida por el liberalismo. Así, frente a la tendencia liberal, positivista y anticlerical, que reniega de la matriz española y que impone claramente su hegemonía durante la segunda mitad del siglo XIX, mi bisabuelo se identificará crecientemente con la corriente espiritualista, hispanófila, cristiana y mística, propia del romanticismo español de la primera y segunda mitad del siglo XIX.

Romántico, por temperamento y formación, encontró sus paradigmas o modelos de composición poética en los clásicos del romanticismo español: Espronceda, Zorrilla, Campoamor y Gustavo Adolfo Bécquer. A modo de ejemplo puedo citar algunos versos dedicados por él a José Zorrilla, con motivo de su coronación, los que fueron leídos personalmente en el Ateneo de Santiago, el año 1889.

No excede otra poesía
a la tuya en ornamento
¡que lujo de sentimiento!
¡que brillo de fantasía!
¡que opulencia de armonía
en tu verso musical!...
¡a ti de mi alma el saludo
MI VENERADO MAESTRO!
¡Príncipe ungido del estro,
acepta mi verso rudo!
Con el pensamiento acudo,
veloz salvo el ancho mar;
entre el ruido popular
me uno a los pechos que estimas,
y dejo estas pobres rimas
sobre tu glorioso altar!

Como no se ignora, la vida de Santiago Escuti Orrego se desenvolvió en dos grandes vocaciones: la literatura y la pedagogía, en cuyo contexto asumió la rectoría del Liceo que hoy lleva su nombre, el año 1893, sirviendo en la cátedra de Castellano. Por lo mismo, gran parte de su obra poética se orienta a subrayar la nobleza y abnegación que caracteriza la obra del educador, convicción íntima que se expresa en numerosos poemas suyos.

“Austeros sacerdotes del progreso,
a quienes nunca el oropel engaña,
algo en el corazón lleváis impreso
del Sermón de Jesús en la Montaña…

“¡Oh, Maestro de frente venerable
que educáis la niñez, la adolescencia,
con afán incansable,
        ¡qué digna y ejemplar vuestra existencia!”.

***

Frente al espíritu positivista que anima la cultura nacional en las postrimerías del siglo XIX mi bisabuelo nutre su alma y su inspiración poética en el espiritualismo místico de algunos románticos españoles, como Gustavo Adolfo Bécquer. Un reflejo de las temáticas abordadas tanto en prosa como en poesía, por este último autor español, lo podemos apreciar claramente en uno de sus más célebres y conocidos poemas: “Mis dos maestros”.

“Tengo en mi hogar dos maestros:
no hay grandes educadores
de más valor que estos dos.
¡Oh, mis dos maestros sabios,
Ellos, sin mover los labios
elevan mi mente a Dios!

Perfectos, morales guías,
desnudos de fantasía,
estos dos maestros son:
¡Un Cristo de faz serena,
Y una inerte calavera
con su inmutable expresión!”

El mártir de faz divina
incúlcame su doctrina
sacrificio, amor, virtud;
y el cráneo seco y sin nombre,
señálame el fin del hombre,
el fin de tanta inquietud”!

La obra poética de mi bisabuelo contribuyó también –y este es quizás su principal mérito- a una revalorización de la poesía lírica en el ambiente literario de fines de siglo anterior. Sería injusto decir que fue el único poeta que cultivó este género, pero no creo faltar a la verdad si afirmo que fue uno de los pilares del renacimiento poético que Chile experimentaba en las últimas décadas del siglo XIX. Prueba de ello fue su activo concurso a la revista “Artes y Letras”, “El Imparcial”, “Los Debates”, “El Taller Ilustrado”, y a la “Revista Chilena”, así como los numerosos premios que obtuvo en este periodo en diversos concursos y certámenes literarios.”