lunes, 13 de junio de 2016

Sobre autores y mujeres



Para responder consultas, completar informaciones y señalar temas de investigación, abordamos brevemente los siguientes asuntos:

El Círculo Literario “Quillota” tuvo el privilegio de contar con la amistad, especialmente su fundadora Lucía Lezaeta, de destacados escritores porteños: Alfonso Larrahona, Luís Fuentealba, Modesto Parera, Manuel Astica, entre otros. Respecto a Manuel Astica Fuentes (1906-1996), que vivió intensamente noventa años del siglo XX, la revista “Punto Final” en octubre del año pasado, nos sorprendió gratamente con un elogioso comentario, tanto para el autor como para el biografiado, alusivo al libro “Manuel Astica. El revolucionario utópico. Biografía político-intelectual” de Marcelo Alvarado Meléndez (Texto de la Editorial Usach, 296 páginas) ¡Hay que leerlo!

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“En 1906, fundó en Quillota el periódico “La República”, en el que su pensamiento continuó la obra comenzada en Rancagua. La aparición de este periódico fue saludada con entusiasmo y pronto la ciudad supo que la publicación la dirigía una mujer tan laboriosa como conocedora de la función de la prensa.

El terremoto de ese año, destruyó totalmente el taller de “La República” (…)”. Ella volvió a Rancagua.

Las palabras citadas pertenecen al historiador rancagüino Félix Miranda Salas, autor de una historia de su ciudad y se refieren a la destacada periodista feminista rancagüina Eulogia Aravena Zamorano.

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En la nota en que recordamos al gobernador de Quillota del año 1891, Ambrosio Valdés Carrera, omitimos los nombres de sus trabajos históricos, que son los siguientes: “Biografía del Capitán General don Ramón Freire. Episodios de la Guerra de Independencia y primeros pasos de nuestra organización política” (1887), “Historia general de Chile: dedicada a las escuelas primarias” (1888), “Carrera: revolución chilena y campañas de independencia; con un apéndice sobre la genealogía del general” (1888), “El almirante don Manuel Blanco Encalada: rasgos biográficos” (1890) y “Rasgos biográficos del ilustre patriota Manuel Rodríguez” (1895). (En “La Historiografía Chilena (1842-1970)” de Cristián Gazmuri, 2009).

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Al parecer, nuestros investigadores se han olvidado del Batallón Movilizado “Quillota” y su campaña a Lima durante la Guerra del Pacífico. Por eso es interesante leer el párrafo del artículo de Paz Larraín Mira titulado “Mujeres tras la huella de los soldados” (revista “Historia”, 2000) donde cita una carta del quillotano Francisco Figueroa Brito, fechada en El Callao, 20 de febrero de 1881, agradeciendo a las quillotanas.

“Otro ámbito en que la mujer desempeño un papel importante fue en el de cuidar la salud de los soldados. Testimonios sobre este tema son muy abundantes y se reprodujeron en la prensa y en otros testimoniales. Francisco Figueroa, en una carta a su amigo Elías Roble,  dejó un hermoso relato de la ayuda humanitaria que cumplieron la gran mayoría de las mujeres que fueron con los soldados a la guerra. “La organización de los hospitales es dirigida por nuestro comandante Echeverría que a la postre cayó también enfermo de terciana y de bastante gravedad. Durante la enfermedad fue cuidado con solícito esmero por la esposa del cabo 1° Sixto Latorre, Petronila Zelada. Y a propósito de enfermedades, todos en el Quillota solo tenemos palabras de gratitud por las buenas camaradas que siguieron a este cuerpo sufriendo con paciencia y abnegación las penurias porque pasaba nuestro batallón. Muy útiles han sido los servicios prestados por estas buenas cantineras, principalmente en la costura y aseo de la ropa; pero donde más han demostrado el amor y caridad por sus semejantes, es cuando los quillotanos caían por centenares enfermos del terrible mal, ya dicho; como buenas monjas de caridad atienden con solicitud a los oficiales y tropas enfermos en el cuartel. Las que se han distinguido más en este acto de angustioso sacrificio han sido: la señora Zelada, ya nombrada; Isabel Gómez, esposa del cabo 1° Jesús Varas; Margarita Varas G. hija de estos; Francisca González, mujer del cabo 1° Pedro Acuña; Carmen Briones, ídem del soldado Adolfo López y Dolores Miranda, esposa del ídem Matías Ortega. Los beneficiarios pueden contar mejor los buenos servicios prestados por las camaradas del Quillota; por mi parte le viviré siempre agradecidos, pues me han cuidado a mí y a mi hijo Francisco”.

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 Al leer una descripción de la biografía novelada “Charlando con Juan Bautista Alberdi” de Rodolfo Sala, me entero que el tucumano “embelesa a las mujeres con su música y su seducción personal, pero ninguna logra que concrete su pedido de casamiento”. Siete son las parejas o pololas, dos de ella chilenas: Matilde (un amor platónico) y Jesusa Muñoz. Leo, en otro texto, que en 1849 Alberdi y la porteña se conocieron en Quillota, lugar de veraneo, “No era muy bella, pero tenía algo especial a los ojos del eterno seductor. Le gustaban las plantas y tenía un espíritu sereno”. La amistad surgió en Valparaíso.