José Gil de Castro retrató
al Coronel General Ramón Freire y Serrano cuando ejercía el cargo de Intendente
de la Provincia de Concepción en 1820. Según reseña el Museo Histórico Nacional,
en el lienzo, que pertenece a su colección,
es posible “leer un sentido de emulación y competencia, que otorga a la figura
principal del Cruce de los Andes el porte heroico de O'Higgins”. Óleo sobre
tela, 210 x 136 cm .
“Representación del pueblo de Quillota al
Gobernador Intendente” se titula el
documento, fechado el 18 de enero de 1823, diez días antes de la abdicación de O’Higgins,
citado por Gabriel Salazar en
“Construcción de estado en Chile”.
Leamos los párrafos transcritos:
“Los quillotanos,
constituidos en sociedad, quieren y tienen un derecho para vivir sujetos a la
ley y la razón, pero no al capricho y a la arbitrariedad de cualquier
advenedizo. Pero como estos… vienen de afuera de aquí, resulta un choque y
desorganización del sistema social… Hemos visto venir a mandar este Partido al
Coronel don José Santiago Luco, sujeto que a más de no tener los conocimientos
precisos… carece también de aquellas relaciones que pudieran inspirarle
sentimientos de beneficencia y progreso hacia él… No, señor: los liberales
principios del sistema que hemos adoptado y la ilustración de los pueblos… no
permiten la perpetuidad y duración de (estos) malestares… Pedimos… que en lo
sucesivo no vengan a Quillota mandatarios que no sean del País y que no tengan
en él aquellas relaciones que deban estimularlo a su adelantamiento y
felicidad… Dígnese V.S mandar que en esta ciudad se nombren por su Cabildo y
Vecindario cuatro electores de probidad y honradez y que estos pasen a esa
Capital… y se elija el Gobernante más conveniente a esta Población, y de este
modo se conciliarían los derechos del Vecindario en la elección de su
Gobernador… y la subordinación a la legítimas autoridades de esta capital.”
Esta rebelión
del pueblo de Quillota forma parte de la revolución de “los pueblos” de los
años 1822 y 1823, que encabezó el gobernador intendente de Concepción Ramón Freire Serrano (1787-1851) desde
enero de 1823. Después se rebelaron la provincia de Coquimbo y el pueblo de
Santiago. Así finalizaron más de diez años de militarismo interrumpido (1810 a 1823) y se inició un
breve e interesante período pipiolo o liberal que concluyó el 17 de abril de
1830 con la batalla de Lircay. Aquí empezó más de un cuarto de siglo conservador.
En Lircay (afueras de Talca) se enfrentaron el pipiolo Freire con el pelucón
Joaquín Prieto Vial.
(El historiador Julio Pinto subraya la importancia del bienio
1828-1829)
Freire fue Director Supremo de Chile (1823-1826) y presidente
de la república (1827). Según Simón Collier, “Freire sigue en espera de un buen
biógrafo”.
Gabriel Salazar, en la obra más arriba citada, se refiere a
Freire con las siguientes elogiosas palabras:
“(…) Sin embargo, la
más mínima lectura cuidadosa de los documentos de este período revelan otra
cosa: la presencia de un general que tuvo una hoja de triunfos militares mucho
más nutrida que la de O’Higgins y Carrera y un ‘estadista’ que se jugó entero
(sorteando con sorprendente habilidad, durante seis años, las múltiples trampas
que le tendió en patriciado mercantil de Santiago) para que ‘los pueblos’ (las
comunidades productoras) pudiesen construir libre, deliberada y
democráticamente, el tipo de Estado que necesitaban para su desarrollo. Freire
no fue un dictador como O’Higgins -Pese
a que también fue designado Director Supremo- ni conspirador golpista como
Portales, pudiendo haber dado golpes militares en más de una oportunidad
(gozaba de enorme popularidad entre los militares y de gran confianza en la
ciudadanía provincial) o haberse aferrado al poder (‘abdicó’ voluntariamente no
una, sino varias veces, y fue llamado otras tantas al gobierno, por todos los
sectores). No hay duda de que fue ante
todo, un militar con conciencia ciudadana y un liberal demócrata permanentemente
preocupado de que la soberanía popular tuviera la mejor oportunidad para
ejercer por si misma su poder constituyente. No ha habido militar en toda la
historia de Chile que haya actuado con semejante ética política. Sin embargo,
si está en el panteón de los padres de la patria lo está como sombra
acompañante, entre bambalinas. Teniendo sobre su imagen no una aureola de
héroe, sino el juicio lapidario del historiador Barros Arana y de sus muchos
continuadores, para beneficio y larga vida, sin duda, del mito que reúne, en
una sola secuencia, el heroísmo de O’Higgins con la genialidad política de
Portales.”
El
Quillotano José Esteban Gutiérrez,
contemporáneo de Ramón Freire, veterano de la Guerra contra la Confederación
peruano-boliviana, en un importante documento, califica a nuestro personaje
como “Padre de la Patria y Padre de los Liberales, el Capitán General de Chile,
señor don Ramón Freire.”
Después de 1830, Freire estuvo desterrado en Perú y
Australia, volviendo a Chile en 1842. Según Collier, “El periodo final de su vida es muy ignorado”. “Ideas y política de
la Independencia Chilena” (1977).