Howard Phillips Lovecraf
fuente Wikipedia
En
1916 surgió en Estados Unidos un nuevo nombre dentro de la literatura
fantástica: Howard Phillips Lovecraft empezaba a ocupar un lugar destacado con
sus extraños relatos que marcaron otro hito en el campo de lo macabro.
Las
terribles visiones cósmicas entregadas en sus narraciones llevaban un sello
personalísimo, aunque él decía que su literatura estaba influida por lo
escritos de Lord Dunsany y de Edgard allan Poe.
Phillips
Lovecraft llegó a su vez a ejercer una fuerte influencia en otros autores de su
época que terminaron por formar un cohesionado grupo de “iniciados” en torno al
Mito Cthulhu, sobre el que giran muchos de los cuentos del autor
norteamericano.
Tal
vez los seguidores de la literatura de Lovecraft no sean numerosos en el
presente; pero cuando las hormigas en el ritual entrechocar de sus antenas y
saben que pertenecen a la misma cofradía.
Eso fue lo que ocurrió cuando leímos EL COLOR DE LA AMATISTA de Sergio
Meier (1).
Fue
la sorpresa del hallazgo: un escritor joven con un talento indiscutible y una
potencia creadora que rompe esquemas dentro de este género de relatos. Pero lo esencial es que este autor brilla con
luz propia, incorporando nuevos elementos a esta narrativa.
El
quiebre de los laberintos témporoespaciales no encierra secreto alguno para él,
pues parece poseer la llave mágica que le permite transitar por los universos
paralelos a que alude Lovecraft en sus misteriosas descripciones.
En
su obra, Sergio Meier sólo muestra tangencialmente algunos perfiles de la
mítica ciudad de Irem que aparece en los cuentos del autor norteamericano. Meier va bordeando las fronteras hacia el
Mito Cthulhu y ello es suficiente para percibir que conocer todo lo relacionado
con los Grandes Antiguos, esos que esperan agazapado en un recodo del tiempo,
en el espacio exterior.
La
brecha está aguardando – dice la leyenda – para que Yog-Sothot, vehículo del
Caos, Puerta al Vacío, permita el ingreso de LOS DE AFUERA, y la NYARLATHOTEP,
el Caos reptante, azul para sumergir a nuestro mundo en las tinieblas.
Pero
¿quiénes son los Grandes Antiguos de que habla la leyenda y cuya presencia se
asoma en EL COLOR DE LA AMATISTA, y que aparecen fuertemente vinculados al
NECRONOMICON, en 1922, se desataron toda clase de polémicas en torno al
asunto. Se decía que el libro, al cual
hacía referencia continuamente el autor en sus escritos, era una pretendida
recopilación de pautas para tomar contacto con un mundo extraño. Esto apasionó de tal modo a los estudiosos,
que se lanzaron febrilmente a la búsqueda del libro.
Algunos
dijeron que el NECRONOMICON jamás había existido, sosteniendo que la mención
hecha por Lovecraft sobre el libro era tan sólo un recurso literario para
atrapar el interés de los lectores.
El
autor afirmaba que el libro había sido escrito bajo el título de AL AZIF, por
Abdul Alhazred, un árabe demente que habría vivido por el año 700, en el Yemen,
en la época de la dinastía de los Omeyas.
Había circulado una pavorosa versión sobre la muerte de Alhazred, la que
se había producido en extrañas circunstancias, al ser devorado por un monstruo
invisible, ante aterrados testigos.
Phillips
Lovecraft aseguraba que en el año 950, el NECRONOMICON había sido traducido al
griego y más tarde había sido impreso en latín.
Añadía que estas dos versiones habían sido prohibidas por el Papa
Gregorio IX, en 1832.
En
1923 empezó a circular una pretendida traducción del libro, hecha por Olaus Wormius quien dice
sobre el NECRONOMICON: Contiene ideas y una leyenda demasiado terrible para la
cordura y el buen juicio, y forma parte de un horrible ritual que está escrito
en un estilo alusivo y alegórico. Porque
es un antiguo rumor que el alma comprada por el diablo no se avivará de un
barro carnal, sino que engordará y mandará al mismo gusano que la roe, hasta
que de los tristes carroñeros de la Tierra se harán astutos para vejarla y
hacer crecer monstruos que la infesten.
De
la traducción del NECRONOMICON que se dice fue impreso en Amberes en 1571, y
que se atribuye a John Dee leemos:
Los
Antiguos fueron, los Antiguos son y los Antiguos serán. Desde las oscuras estrellas Ellos vinieron
antes de que naciera el Hombre, sin ser vistos y odiosos, Ellos descendieron a
la primitiva Tierra.
Bajo
los océanos Ellos se reprodujeron mientras las edades pasaban, hasta que los
mares abandonaron la tierra, después de lo cual Ellos salieron como enjambre en
todas Sus multitudes y la oscuridad reinó en la Tierra. En los helados Polos Ellos levantaron
poderosas ciudades, y en los lugares elevados los templos de Aquello a quienes
la naturaleza no pertenece y los Dioses han maldecido.
Y
la simiente de los Antiguos cubrió la Tierra, y Sus hijos perduraron a través
de las edades.
Ellos
han paseado entre las estrellas y Ellos han paseado por la tierra. Ka Ciudad de Irem en el gran desierto Los ha
conocido; Leng, en el Yermo Frío, ha visto Su paso, la ciudadela eterna sobre
las alturas veladas por las nubes de la desconocida Kadath llevó su marca.
Voluptuosamente,
los Antiguos pisaron los caminos de la oscuridad y Sus blasfemias fueron
grandes sobre la Tierra; toda la creación se inclinó bajo Su poder y Los
reconoció por Su perversidad.
Y
los Señores Mayores abrieron Sus ojos y advirtieron las abominaciones de
Aquellos que asolaron la Tierra. En su
ira, Ellos levantaron Su mano contra de Su iniquidad y arrojándolos lejos de la
Tierra al Vacío que hay más allá de los planos donde reina el caos y el cuerpo
no permanece. Y los Señores Mayores
pusieron Su sello sobre la Puerta.
Es
la eterna lucha entre el Bien y el Mal.
Y este asunto se percibe también claramente planteado en la obra de
Sergio Meier.
Con
excepción que denota una gran madurez literaria, Meier va sumergiendo al lector
en insospechados ambientes. El
deslizamiento desde las densas atmósferas del gótico hasta el mundo marciano
del futuro se produce de manera impecable.
De pronto nos vemos atrapados dentro de lúgubres y opresivos ambientes,
para emerger finalmente liberados hacia la luz y la quietud.
Por
otra parte, sorprende la extraordinaria riqueza lexical de este autor de sólo
20 años. Si a ello se añade el hecho de
que Sergio Meier muestra gran oficio en el manejo de las estructuras
gramaticales y que su quehacer se sustenta en un vastísimo bagaje cultural, no
podemos menos que augurarle un lugar preponderante dentro de este tipo de
narrativa.
Myriam Phillips
(1) publicada Ediciones Don Quixote, año 1986