domingo, 26 de mayo de 2019

Prólogo de la novela "El Color de la Amatista" de Sergio Meier Frei



Howard Phillips Lovecraf
fuente Wikipedia


En 1916 surgió en Estados Unidos un nuevo nombre dentro de la literatura fantástica: Howard Phillips Lovecraft empezaba a ocupar un lugar destacado con sus extraños relatos que marcaron otro hito en el campo de lo macabro.

Las terribles visiones cósmicas entregadas en sus narraciones llevaban un sello personalísimo, aunque él decía que su literatura estaba influida por lo escritos de Lord Dunsany y de Edgard allan Poe.

Phillips Lovecraft llegó a su vez a ejercer una fuerte influencia en otros autores de su época que terminaron por formar un cohesionado grupo de “iniciados” en torno al Mito Cthulhu, sobre el que giran muchos de los cuentos del autor norteamericano.

Tal vez los seguidores de la literatura de Lovecraft no sean numerosos en el presente; pero cuando las hormigas en el ritual entrechocar de sus antenas y saben que pertenecen a la misma cofradía.  Eso fue lo que ocurrió cuando leímos EL COLOR DE LA AMATISTA de Sergio Meier (1).

Fue la sorpresa del hallazgo: un escritor joven con un talento indiscutible y una potencia creadora que rompe esquemas dentro de este género de relatos.  Pero lo esencial es que este autor brilla con luz propia, incorporando nuevos elementos a esta narrativa.

El quiebre de los laberintos témporoespaciales no encierra secreto alguno para él, pues parece poseer la llave mágica que le permite transitar por los universos paralelos a que alude Lovecraft en sus misteriosas descripciones.

En su obra, Sergio Meier sólo muestra tangencialmente algunos perfiles de la mítica ciudad de Irem que aparece en los cuentos del autor norteamericano.  Meier va bordeando las fronteras hacia el Mito Cthulhu y ello es suficiente para percibir que conocer todo lo relacionado con los Grandes Antiguos, esos que esperan agazapado en un recodo del tiempo, en el espacio exterior.

La brecha está aguardando – dice la leyenda – para que Yog-Sothot, vehículo del Caos, Puerta al Vacío, permita el ingreso de LOS DE AFUERA, y la NYARLATHOTEP, el Caos reptante, azul para sumergir a nuestro mundo en las tinieblas.

Pero ¿quiénes son los Grandes Antiguos de que habla la leyenda y cuya presencia se asoma en EL COLOR DE LA AMATISTA, y que aparecen fuertemente vinculados al NECRONOMICON, en 1922, se desataron toda clase de polémicas en torno al asunto.  Se decía que el libro, al cual hacía referencia continuamente el autor en sus escritos, era una pretendida recopilación de pautas para tomar contacto con un mundo extraño.  Esto apasionó de tal modo a los estudiosos, que se lanzaron febrilmente a la búsqueda del libro.

Algunos dijeron que el NECRONOMICON jamás había existido, sosteniendo que la mención hecha por Lovecraft sobre el libro era tan sólo un recurso literario para atrapar el interés de los lectores.

El autor afirmaba que el libro había sido escrito bajo el título de AL AZIF, por Abdul Alhazred, un árabe demente que habría vivido por el año 700, en el Yemen, en la época de la dinastía de los Omeyas.  Había circulado una pavorosa versión sobre la muerte de Alhazred, la que se había producido en extrañas circunstancias, al ser devorado por un monstruo invisible, ante aterrados testigos.

Phillips Lovecraft aseguraba que en el año 950, el NECRONOMICON había sido traducido al griego y más tarde había sido impreso en latín.  Añadía que estas dos versiones habían sido prohibidas por el Papa Gregorio IX, en 1832.

En 1923 empezó a circular una pretendida traducción  del libro, hecha por Olaus Wormius quien dice sobre el NECRONOMICON: Contiene ideas y una leyenda demasiado terrible para la cordura y el buen juicio, y forma parte de un horrible ritual que está escrito en un estilo alusivo y alegórico.  Porque es un antiguo rumor que el alma comprada por el diablo no se avivará de un barro carnal, sino que engordará y mandará al mismo gusano que la roe, hasta que de los tristes carroñeros de la Tierra se harán astutos para vejarla y hacer crecer monstruos que la infesten.

De la traducción del NECRONOMICON que se dice fue impreso en Amberes en 1571, y que se atribuye a John Dee leemos:

Los Antiguos fueron, los Antiguos son y los Antiguos serán.  Desde las oscuras estrellas Ellos vinieron antes de que naciera el Hombre, sin ser vistos y odiosos, Ellos descendieron a la primitiva Tierra.

Bajo los océanos Ellos se reprodujeron mientras las edades pasaban, hasta que los mares abandonaron la tierra, después de lo cual Ellos salieron como enjambre en todas Sus multitudes y la oscuridad reinó en la Tierra.  En los helados Polos Ellos levantaron poderosas ciudades, y en los lugares elevados los templos de Aquello a quienes la naturaleza no pertenece y los Dioses han maldecido.

Y la simiente de los Antiguos cubrió la Tierra, y Sus hijos perduraron a través de las edades.

Ellos han paseado entre las estrellas y Ellos han paseado por la tierra.  Ka Ciudad de Irem en el gran desierto Los ha conocido; Leng, en el Yermo Frío, ha visto Su paso, la ciudadela eterna sobre las alturas veladas por las nubes de la desconocida Kadath llevó su marca.

Voluptuosamente, los Antiguos pisaron los caminos de la oscuridad y Sus blasfemias fueron grandes sobre la Tierra; toda la creación se inclinó bajo Su poder y Los reconoció por Su perversidad.

Y los Señores Mayores abrieron Sus ojos y advirtieron las abominaciones de Aquellos que asolaron la Tierra.  En su ira, Ellos levantaron Su mano contra de Su iniquidad y arrojándolos lejos de la Tierra al Vacío que hay más allá de los planos donde reina el caos y el cuerpo no permanece.   Y los Señores Mayores pusieron Su sello sobre la Puerta.

Es la eterna lucha entre el Bien y el Mal.  Y este asunto se percibe también claramente planteado en la obra de Sergio Meier.

Con excepción que denota una gran madurez literaria, Meier va sumergiendo al lector en insospechados ambientes.  El deslizamiento desde las densas atmósferas del gótico hasta el mundo marciano del futuro se produce de manera impecable.  De pronto nos vemos atrapados dentro de lúgubres y opresivos ambientes, para emerger finalmente liberados hacia la luz y la quietud.

Por otra parte, sorprende la extraordinaria riqueza lexical de este autor de sólo 20 años.  Si a ello se añade el hecho de que Sergio Meier muestra gran oficio en el manejo de las estructuras gramaticales y que su quehacer se sustenta en un vastísimo bagaje cultural, no podemos menos que augurarle un lugar preponderante dentro de este tipo de narrativa.



Myriam Phillips




(1) publicada  Ediciones Don Quixote, año 1986