Imagen que muestra el repertorio
formal de la fachada
Esta
vivienda emplazada a pocos metros de la plaza mayor, en calle San Martín N°336,
tiene la singularidad de materializar en una superficie total de 1.545 m2 el
tipo rectangular de construcción urbana levantada en la otrora Villa de San
Martín de la Concha.
El
inmueble –a pesar de estar sometido a la actividad sísmica y, por consiguiente,
a diversas reparaciones – conserva aún en sus 711, 68 m2 las
características arquitectónicas del siglo XVIII. Así, resalta a los ojos del
observador la portada con alero de tejas que evita el humedecimiento de la
fachada por las aguas lluvias y el escudo inserto en la parte superior del
frontis que recuerda a los primitivos propietarios. Adosada al muro figuran dos
columnas que adornan la gran puerta de doble hoja que da acceso al zaguán.
Desde
el zaguán –lugar de recepción y relacional – comienza el orden jerárquico hacia
los espacios interiores y de intimidad de la casa. El patio central en forma de
cuadrado (acicalado con alicante, mimosa, diamelo, lavanda entre otras
especies), indica el punto de tránsito de corredores con sendos pilares de
madera que contribuyen a la distribución general de las habitaciones y al modo
de favorecer la actividad social del recinto.
Dada
la forma y dimensiones se observa cierta justificación constructiva a la hora
de apreciar la cantidad de habitaciones, pues, constituye un indicador
inequívoco acerca del tamaño de la familia y el número de ocupantes. Detalle no
menor es la posición de las puertas, ya que provoca cierto escenario de
enfrentamiento entre ellas. Al ingresar a los dormitorios –donde aún existe
comunicación de una pieza con otra – es posible apreciar la altura de los muros
de adobe que rematan hacia el cielo de madera. Ello aporta a mantener la
ventilación del lugar, sobre todo, cuando eran utilizados elementos de
calefacción como los braseros y, por lo tanto, se evitaba la concentración de
monóxido de carbono.
A
continuación, un segundo patio interior donde se ubicaban la cocina, despensa, lavandería
y el servicio doméstico. La prolongación del sitio permitía situar la huerta cercada
por los cierres, junto a algunas aves de corral y árboles frutales. No habría
que omitir la acequia, porque sin sus aguas era imposible desarrollar las
labores del hogar y facilitar el riego para la obtención de los frutos.
Mirado
desde el conjunto se aprecia una jerarquía viniendo desde el exterior y donde el
traspaso de los espacios es gradual. A este tipo de organización sólo habría
que precisar en la materialidad constructiva. Principalmente orgánica, ya que
sus elementos como adobe y madera eran extraídos directamente de la naturaleza
y para la elaboración no era
necesario una mano obra especializada. Condición que, sin embargo, no soslaya
los cambios ejecutados en la techumbre, pisos y arreglos en los muros de adobe,
por quienes han sido indistintamente sus propietarios en el tiempo.
A
las características arquitectónicas del inmueble debe hacerse mención a hechos históricos
que la unen. En este sentido, ineludible resulta no referirse a los sucesos del
llamado motín de Quillota. Estaba la casa arrendada por el Gobernador del
Departamento de Quillota, José Agustín Moran, quien la ofreció a su huésped de
honor el Ministro Diego Portales, la tarde noche del 2 de junio de 1837. Al día
siguiente, el Ministro Portales salía a inspeccionar las tropas expedicionarias
contra la
Confederación Perú-Boliviana que se encontraban acantonadas
en los conventos de Santo Domingo y San Francisco, respectivamente. Durante el
acto de inspección llevado acabo en la plaza mayor, fue tomado prisionero –en
el punto donde se levanta un monumento a su figura – y conducido al convento de
Santo Domingo. En la madrugada del 4 de junio salía de dicho convento rumbo a
Valparaíso. Pero las circunstancias del trayecto obligaron a tener que
pernoctar en Tabolango. El trasladado continuó hacia Valparaíso donde fue
ejecutado el 6 de junio de 1837.
Con
posterioridad la casa fue sede de la Compañía de Bomberos, escuela de la Parroquia San Martín
de Tours y en el presente alberga a la Biblioteca Municipal
Melvin Jones y al Museo Histórico Arqueológico de Quillota.
El
13 de marzo de 1974 y siendo Vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales,
Roque Estaban Scarpa Straboni, fue acogida la solicitud con fecha 12 de marzo de
1974 y nota 6 del mismo, para hacer presente al Ministro de Educación el
declarar Monumento Histórico al inmueble de calle San Martín N°336. Fue así
como este patrimonio local obtuvo el título de monumento nacional, a través del
DS N°556 del 10 de junio de 1976.
Por
todo lo antes dicho, bien podría prosperar la idea de si se quisiera realizar descripciones
de la vivienda urbana colonial, hacer un relato sobre algún acontecimiento en la
temprana república o interesarse de cómo era el modo de vida del período
colonial tardío en la localidad de Quillota, éste inmueble aportaría a dar
luces de aquello.
Pablo Montero
Valenzuela
Licenciado en
Historia PUC-V