“Quillota, El Último de los Románticos “ y “El siglo de Augusto” son los títulos de los dos últimos libros que hemos leído, gracias a la gentileza del periodista Miguel Núñez Mercado y Gladys Marcela Poblete Cruz, respectivamente. El primero es presentado como “Nueva Antología Literaria: Raúl Morales Álvarez, 60 Años de Periodismo y Literatura en Chile: tributo al genio y la figura de uno de los mejores redactores nacionales de la vieja prensa escrita”.
El
antologador es Rubén Morales Cofré, nieto del Premio Nacional de Periodismo y
del autor de las novelas “La monja alférez “, “Denso viene el día “ y “Soldado
de fortuna”.
Los
textos o columnas están distribuidos en cuatro capítulos, son 34.
En
los capítulos II y III, algunos escritores quillotanos, afortunados, son
retratados por nuestro literato: Emilio Carvajal Edwards, Dina Ampuero
Gallardo, Marta Morales Álvarez (hermana de Raúl) , Eugenio Urzúa Letelier, Lucía Lezaeta Mannarelli. Todos del Círculo.
En
las páginas 51 y 52 tenemos un excelente “Retrato de Raúl Morales Álvarez “ de
su amigo y discípulo Miguel Núñez Mercado.
Morales
también escribió sobre otros poetas de nuestra región: la limachina Margarita
Serrano; Alejandro Galaz de Casablanca; los porteños, Manuel Astica Fuentes,
Alfonso Larrahona y Luis Fuentealba Lagos.
Su columna alusiva a Larrahona se titula “El mágico poeta de Valparaíso
“. Otro texto lo finaliza con estas
palabras: “Larrahona es un poeta auténtico, algo difícil de encontrar en
nuestra mediocracia, tan abundante de los que presumen serlo y no lo son”.
Éste
es el tono de varios de sus comentarios.
Las
columnas sobre escritores de otras regiones será el tema de otra nota.
El
emperador romano conocido como Augusto
Con este subtítulo iniciamos nuestras líneas relacionadas con el libro (de 1960) del erudito francés Pierre Grimal (1912 – 1996), ensayo biográfico de 127 páginas sustanciosas y amenas que abordan: los años preliminares, el principado, la literatura, el arte y la paz augustales.
El
llamado “siglo de Augusto “ se extiende entre los años 44 a. Cristo (asesinato
del dictador César) y 14 después de C. (muerte de Augusto), casi 60 años. César era padre adoptivo de nuestro personaje
que heredó su cuantiosa fortuna.
Estos
gobernantes autoritarios (para decirlo más suave) dominaban un inmenso
territorio: “desde la inhóspita isla Britania y las peligrosas fronteras del
Rin y el Danubio hasta las cálidas costas del norte de África y los desiertos
del Cercano Oriente” (según V. Green).
El
historiador y latinista Grimal era admirador de Roma y su civilización,
incluidos, por supuesto, los poetas, ya que consideraba que el siglo de Augusto
era la edad clásica o edad de oro de la literatura latina. Sin embargo, los poetas se niegan a cantar a
Augusto en sus versos. (?) Sólo un prosista, el historiador Tito Livio, está a
la altura de Virgilio y Ovidio.
El
enfoque del autor sobre la “Paz augustal” no es convincente: “La obra de Augusto fue esencialmente una obra de
pacificación, no sólo en el interior, restableciendo, a veces por la violencia,
la “concordia de las clases” con que soñaba Cicerón, sino también en las
provincias y sobre todo en las fronteras” (página 167); “El primer cuidado de
Augusto fue acabar la pacificación de la Galia y de España, donde aún subsistan
muchas regiones disidentes. Los diez
primeros años del principado se consagraron a esa tarea” (P. 112); “A partir del 25 a. C., sufrieron exterminio
los salasios del valle de Aosta, y los sobrevivientes fueron vendidos como
esclavos”. (P. 113).
Muchos
chilenos sabemos lo que esconde la palabra pacificación.
Augusto
E. Poblete Solar