domingo, 28 de junio de 2009

Investigaciones relevantes, pero ignoradas

Revisando nuestro archivo de fotocopias, recortes y apuntes encontramos, entre otros, textos de la década de los ochenta que son aportes importantes a la verdad histórica.

Luís Cruz Martínez nació en la villa de Molina el 05 de agosto de 1866. Fue hijo de Martina Martínez de Franco y de padre desconocido. El apellido se lo puso su madre en recuerdo de la madrina de bautizo”, se lee en el hermoso libro “Grandes biografías. Figuras de la Historia de Chile”.

Lamentablemente, de acuerdo a las investigaciones del historiador y escritor curicano Edmundo Márquez – Bretón y del destacado periodista Luís Alberto Ganderats, de estos datos, sólo la fecha de nacimiento es verídica. Veamos: Según el historiador, la joven madre se llamaba Clodomira Franco Martínez. Doña Martina era la abuela materna del héroe - niño (casi de 16 años, al fallecer).Luís fue bautizado en la parroquia de Molina, pero habría nacido en la hacienda curicana “Los Cristales”

Según el periodista, el padre se llamaba Severo de la Cruz Vergara, de gran situación social. Luís, como Bernardo O”Higgins, fue hijo ilegítimo. (Benjamín Vicuña Mackenna escribió que “Fue hijo de un misterio”).

Por lo tanto, el héroe debió llamarse Luís de la Cruz Franco.

El reportaje de “El Mercurio”, de donde obtuvimos la información, constata que el combate donde murió Luís (el 10 de julio de 1882) debe llamarse de Concepción, puesto que el nombre del pueblo peruano es Concepción.

¡Ojalá que la conservadora historiografía oficial se actualice!

Con la otra investigación nos alejamos en el tiempo pero nos acercamos en el espacio: del siglo XIX pasamos al XVI y de Curico y Concepción, a Quillota y Limache.

Se trata de una monografía sobre el mito y la realidad de la casa – fuerte de Quillota construida por Pedro de Valdivia, cuyo autor es Jaime Vera V. del Museo de Historia Natural de Valparaíso.

La conclusión de este artículo es mucho más polémica que la de las investigaciones acerca de Luís Cruz Martínez, ya que el autor consigna que:

Los antecedentes revisados refutan las suposiciones mal fundamentadas con respecto a la exacta ubicación de la casa – fuerte de Valdivia, e indican que el gobernador no ocupó las tierras situadas en el auténtico valle de Quillota…

El establecimiento de la casa - fuerte en el valle de Limache obedeció a diversos factores…

Existe también la posibilidad de que los conquistadores europeos eligiesen el valle de Limache por la presencia en él de la no identificada pucará de Quillota, símbolo del poder de Tanjalongo, sobre o cerca del cual pudieron establecer su propia fortificación”…

Diversos testimonios indican que la casa – fuerte no fue construida en Quillota sino en el actual valle de Limache”.

El historiador Sergio Villalobos señala que el fuerte de Quillota data de 1541.

Ahora, los investigadores quillotanos tienen la palabra para refutar o aceptar la tesis de Jaime Vera y dilucidar si la casa – fuerte de Valdivia pertenece a la historia de Quillota o la de Limache.

Estanislao del Canto, según Gonzalo Vial


Cuando en el periódico local se ha recordado, a través de crónicas y cartas al director, al militar, quillotano de nacimiento, Estanislao del Canto Arteaga (1840-1923) se resalta, obviamente, su brillante carrera militar, pero no se han abordado otros aspectos de su personalidad. En su “Historia de Chile” el historiador conservador, ex ministro de educación de Pinochet, Gonzalo Vial Correa en dos breves párrafos hace una novedosa semblanza del quillotano.

Leámoslos, teniendo en cuenta que lo retrata cuando narra como llegó a la presidencia de Chile el capitán de navío Jorge Montt después de la Guerra Civil de 1891 en que los llamados congresistas derrotaron al Presidente constitucional José Manuel Balmaceda:

Del Canto fue un militar vieux style, algo “tartarinesco”, pero cuyo valor no admitía discusión y que había ganado sus galones en el campo de batalla, primero durante la guerra araucana, luego el 79 y finalmente combatiendo por la Revolución. Era un hombre no muy alto, macizo, de postura y ojos desafiantes, con poblado bigote y una pequeña pera. Tenía un carácter explosivo y quisquilloso. La opinión pública adicta al Congreso lo idolatraba. Durante los saqueos santiaguinos (agosto de 1891), una mansión balmacedista los eludió colocando un grande y oportuno letrero: “Para el coronel Canto”,

Los congresistas civiles dieron soga a Del Canto, ilusionándolo con la presidencia. Luego se volvieron hacia Montt y Del Canto fue tranquilizado mediante una honrosa comisión en el extranjero. Ella terminada, el General regresó e intentó agitar el ambiente, pero su hora ya había pasado

El segundo párrafo es el siguiente:

Era un militar de la vieja escuela, curtido en muchas batallas de la Araucanía y el 79, con una puntería y un valor legendarios, masón, fanfarrón, atropellador, adorado por sus hombres. Un certero instinto dramático – el gesto o el dicho precisos, en el momento exacto – unido a su pintoresca apariencia física: pequeño, arrogante, bigotudo, y a los laureles de Concón y Placilla, lo hicieron un héroe revolucionario y, concluyendo 1891, un ídolo popular.

Apenas podemos imaginar esta última popularidad….Luego el militar recorrió Chile entero: ciudad tras ciudad lo recibías eufóricamente, le daban monstruosos banquetes, lo cubrían con discursos, poemas, elogios ditirámbicos, regalos”.

Vial también nos cuenta que en 1897 el general Del Canto se batió a duelo con otro general, Jorge Boonen, demostrando su “puntería terrorífica”. Ese mismo año, el presidente Federico Errázuriz Echaurren lo llamó a retiro por su participación en la reunión llamada por la prensa “té de los generales” o “conspiración de las cafeteras”. Al año siguiente, ingresó al Partido Obrero Socialista “Francisco Bilbao”.

En 1919, un hijo de nuestro personaje, Julio César del Canto Toske, era teniente coronel, masón y conspirador.

Gobernaba nuestro país Juan Luís Sanfuentes.


Radicales quillotanos de 1893

Es sabido que el Partido Radical (P.R.) es el más antiguo de los partidos políticos chilenos. También lo es en nuestra comuna y provincia, ya que la Asamblea Radical del antiguo Departamento de Quillota se constituyó el 19 de noviembre de 1893 con la asistencia de 25 correligionarios. Se eligió un directorio provisorio de 10 miembros y éstos eligieron a Antonio Adrián como presidente y a los médicos Eduardo Solovera y Ramón Argandoña como secretarios. En el directorio había otro médico: José M. Binimelli, con cuyo nombre se nominó una calle de la Población Corvi.

Los otros integrantes del directorio eran: Luís de La Cruz, Aurelio Zilleruelo, Delfín Gamboa, Pedro Moisan, Custodio Astorga y Domingo A. Pereda.

A la asamblea asistieron radicales residentes en las siguientes subdelegaciones del departamento: Llay-Llay, El Melón, La Calera, Ocoa, Romeral, La Cruz, Puchuncaví, Colmo, Quillota, Boco, San Pedro y Nogales.


Esta información sobre los orígenes del radicalismo organizado en 7 comunas de nuestra Región de Valparaíso está contenida en la fotocopia del Acta que nos proporcionó gentilmente el concejal radical quillotano don Víctor Vergara Flores.

En 1894 circulaba en la comuna el periódico “La Asamblea”, publicación del P.R. que no tuvo continuidad.

En la conservadora Quillota de fines del siglo XIX, el radicalismo llegó 30 años después de la fundación de la primera asamblea radical, en diciembre de 1863 en Copiapó, bajo el liderazgo de la pareja de hermanos Pedro León y Ángel Custodio Gallo y Guillermo y Manuel Antonio Matta.

La Masonería, siempre tan ligada a los radicales, fue más rápida. En septiembre de 1874 ya existía en nuestra ciudad, según comentó irónicamente el periódico “El Pueblo de Quillota”, vinculado a los conservadores y a los vicuñistas (partidarios de Benjamín Vicuña Mackenna).

¿Qué proponía el P.R. en esos lejanos años?, Algunos acuerdos de la Gran Convención Radical de 1888 fueron: “…respeto del derecho del sufragio; libertad individual; autonomía municipal; separación de la Iglesia del Estado; autonomía del poder judicial; enseñanza primaria gratuita, laica y obligatoria; mejoramiento de la condición de la mujer; reducción del número de empleados públicos y mejoramiento de la condición de los proletarios y los obreros.


Cinco quillotanos de pluma

Destinaré esta nota para proponer los nombres de cinco quillotanos de pluma, nacidos o avecindados en nuestra comuna, para bautizar plazuelas, calles, bibliotecas, salones urbanos, etc., según corresponda. Hasta el momento, nuestros escritores, salvo dos excepciones, han sido injustamente olvidados no sólo en este sentido.

Los primeros cuatro nombres corresponden a novelistas cuyas obras son las únicas novelas publicadas, en el lapso de casi un siglo (1863 – 1960), ambientadas en Quillota, total o parcialmente.

Los autores y sus textos son:

Zorobabel Rodríguez Benavides (1839 – 1901): abogado que cultivó con éxito la poesía, la novela, el ensayo y la filología. Se distinguió también como periodista, parlamentario y economista. En 1863 publicó su obra “La cueva del loco Eustaquio”, una de las mejores novelas costumbristas chilenas, ambientada en Quillota y Santiago. Fue una de las figuras intelectuales más notables de la vida chilena, según una destacada historiadora.

Victoriano Lillo Castillo (1889 – 1959): estudió en el Liceo de Hombres de Quillota, escritor y periodista. Publicó novelas y cuentos, dejando seis obras inéditas (dos de ensayos). Su novela “Lepra de oro”, ambientada parcialmente en Boco, apareció en 1930.

Lautaro Yankas (1902 - 1990): novelista, cuentista y ensayista. Fue profesor de Artes Plásticas del Liceo de Hombres de Quillota. En 1943 publicó “La ciudad dormida”, novela ambientada totalmente en Quillota (457 páginas). Recrea en ella, detalladamente, la Procesión del Pelícano.


Eugenio Matus Romo (1929 - 1997): novelista, ensayista, crítico y antologador. Profesor de Castellano. Estudió en el Instituto “Rafael Ariztía”. La novela “Mientras amanece” (1960) está ambientada en Quillota y Valparaíso. Familiares de los escritores Rodríguez, Lillo y Matus viven en Quillota.


El quinto nombre propuesto corresponde a un cronista:

Orlando Arancibia Ramírez de Arellano (1892 – 1957): periodista y escritor nacido en Nogales. Fue alumno del Liceo de Hombres de Quillota. Su libro “Al pie del Mayaca, Crónicas” es de 1954. Las crónicas reflejan el gran cariño del escritor por Quillota y su gente (lugar especial ocupan, en su afectividad, el Liceo y sus maestros), fundamentalmente por el pueblo de su niñez, a principios del siglo pasado.

Estos cinco autores y sus textos pueden ser considerados nuestros clásicos en la narrativa novelística y en la crónica periodística. Ojalá estos libros pudieran ser reeditados a través de fondos concursables.

¿Por qué recordar a escritores?, podría preguntar alguien. La respuesta está en estas palabras del poeta Jorge Teillier:

“Cada ciudad tiene una “geografía secreta” que no es ciertamente la conocida por los buenos vecinos y turistas, sino aquella revelada por quienes la cantan o cuentan, sus poetas y escritores”

Lucia Lezaeta Mannarelli

Para un amante de la lectura, el mejor obsequio es un libro o una revista, ojala relacionados con Quillota o nuestra región de Valparaíso.

Consigno esto porque, tiempo atrás, Lucía Lezaeta, escritora curicana de nacimiento, residente ahora en Viña del Mar, pero por varios años quillotana por domicilio y labor literaria, me envío dos libros y la “Revista del Círculo”. Esta se edita anualmente, ahora, en Viña del Mar y es el órgano del Círculo de Escritores de la Quinta Región.

En cuanto a los libros, uno es de cuentos para niños y el otro se titula “Los ojos color miel”, recopilación de 21 relatos de Lezaeta, escritos en distintas épocas. Destacamos entre éstos dos relacionados con Quillota: “La lluvia en el cementerio”, premiados años atrás en España (cuyo protagonista es el obicuo quillotano Pedro Castro Farías) y “Regreso a las aulas”, dedicado a doña Juana Moreno de Castro, ex Directora del Liceo de Niñas, hoy llamado “Ciudad de Quillota”.

La mencionada revista nació hace 31 años en nuestra ciudad como órgano del Círculo Literario “Quillota”, liderado al nacer en 1971 por Lucía y otros dos poetas. Recordamos haber leído en sus páginas textos de Manuel Peña Muñoz y Sergio Meier, actualmente conocidos a nivel nacional.

En el ejemplar de la revista recibido, descuella la excelente entrevista al poeta Oscar Hann.

Cuando alguien escriba la historia de la literatura quillotana, la escritora, el grupo literario y la revista consignados en ésta nota, no podrán ser omitidos.

Juan Martínez de Rozas


La personalidad más gravitante en el accionar de la Primera Junta de Gobierno, constituida el 18 de Septiembre de 1810 en la capital de Chile, fue la de don Juan Martínez de Rozas, representante de la provincia de Concepción, personaje nacido y fallecido en la ciudad de Mendoza (1759 – 1813). Cuando Rozas nació, Mendoza pertenecía a la Capitanía General de Chile.

Este prócer de nuestra Independencia, al igual que José Miguel Carrera (su rival), Manuel Rodríguez y Ramón Freire, no ha sido objeto de un estudio biográfico detallado y profundo, ajeno a idealizaciones y prejuicios. El historiador escocés Simón Collier, en la obra aludida en una nota nuestra anterior, acertadamente, señala que Rozas y su amigo Bernardo O’Higgins fueron de los pocos que en el año 1810 eran separatistas, o sea partidarios de la independencia total de España. Claro que Collier también constata que “El caso de Juan Martínez de Rozas no es del todo fácil de comentar. El era una rara mezcla de idealista y oportunista”.

(¿De cuántos políticos actuales se podría decir lo mismo?)

El destacado político e intelectual, quillotano y conservador Zorobabel Rodríguez Benavides (1839-1901) casó con doña Carmen Rozas García, nieta de Juan Martínez de Rozas. Este ilustre “nieto político” de Rozas le dedicó un soneto, que rescato del olvido el clásico texto “Las efemérides al servicio de la educación”. Sus decimonónicos son los siguientes:

Amó la ciencia con delirio; y ella
en cambio le inspiró la excelsa idea
de dar a Chile la fulgente estrella
que hoy orgullosa en su estandarte ondea.

Sigue la juventud su noble huella;
levanta audaz de la razón la tez
y ante la luz que hacia doquier destella
el opresor de espanto tambalea.

Capitán valeroso y entendido,
genio plectro, voluntad de acero;
le corona la gloria de haber sido.

El primer periodista y el primero,
que con la fe que del talento emana
el grito dio de Unión Americana


Primeros Partidos Populares Quillotanos

El propósito de esta nota, en el inicio de un año electoral, es rescatar del olvido los orígenes de la política popular en Quillota. Para esto debemos remontarnos al gobierno de José Manuel Balmaceda (1886-1891) hace 120 años.

El 20 de Noviembre de 1887 disidentes del Partido Radical fundaron en Santiago el Partido Democrático (P.D.) cuyo programa en su primer artículo señalaba: “El Partido Democrático tiene por objeto la emancipación política, social y económica del pueblo”. Nacía así el primer partido chileno auténticamente popular, de masas.

En 1888, ya existía en nuestra ciudad el Partido Democrático cuya sede estaba ubicada en O’Higgins Nº 52.

El 8 de junio de 1890 apareció el Semanario “La Sociedad”, primer periódico popular quillotano, editado por Ricardo Jara y redactado por Luis Astudillo. En julio del mismo año se definió como “Organo del Partido Democrático y Clases Trabajadoras”. Su último número, el 30, está fechado el 5 de enero de 1891. Al día siguiente, la Escuadra, bajo el mando del capitán de navíos Jorge Montt, desconoció la autoridad de Balmaceda y se inició la guerra civil.

Gracias a “La Sociedad” sabemos que el directorio del P.D. quillotano estaba integrado por:

Presidente: Ricardo Jara
Vicepresidentes: Rafael Cortés y Antonio Latoja
Secretarios: R. Zamora R. y Fermín Olivan C.
Tesorero: Antonio Ahumada
Directores: Manuel Carreño, Manuel J. Fuenzalida, José T. Pacheco, Elías Indas, Manuel J. Ramos, Guillermo Turgat, José T. Salinas y Fructuoso Fernández.

¿Vivirá en Quillota algún descendiente de uno de estos 14 demócratas?

El editor y presidente Ricardo Jara, propietario de la Sastrería “Arturo Prat”, en 1887 colaboraba en el periódico porteño “Los Ecos del Taller”, en 1888 pertenecía a la Logia “Francisco Bilbao” del Puerto y en 1901 militaba en el Partido Demócrata-Socialista de Valparaíso.

Nuestro periódico criticaba ácidamente a Reginaldo de Calderón (editor y cronista del periódico conservador “El Quillotano”) a Teodosio Figueroa (político conservador), a Agustín Edwards Ross y al diputado suplente Enrique Cazotte (lo llamaba “Cazoleto I Rey de Quillota”).

“El Quillotano” pertenecía a una red de periodistas fundada por el Partido Conservador para hostilizar a Balmaceda.

El P.D. a nivel nacional y local, no era homogéneo, había militantes con ideas socialistas, utopistas y anarquistas. Un grupo de los primeros, encabezado por Ricardo Guerrero y el médico homeópata Alejandro Bustamante fundaron en Santiago (1898) el Partido Obrero Socialista “Francisco Bilbao” que en 1900 se llamaba Partido Socialista, a secas. Existió hasta 1902.


En Quillota hubo una sección de este Partido Socialista, el primero de nuestra comuna.

En junio de 1912, un grupo disidente del Partido Democrático de Iquique, liderado por Luis Emilio Recabarren, fundó el Partido Obrero Socialista, que 10 años después cambió su nombre por Partido Comunista.

Enero de 2008.

sábado, 27 de junio de 2009

Fundación de Quillota: dos tesis polémicas


Ayer, releí nuevamente la entrevista publicada en el desaparecido semanario “Dimensión” de febrero de 1998, hace más de una década:

Entrevistado: el historiador Santiago Lorenzo Schiaffino, entonces director del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso. Tema: fundador y fecha de fundación de nuestra ciudad.

En 1995 Lorenzo había publicado su obra “Fuentes para la historia urbana en el Reino de Chile”, tres años antes de la entrevista.

El experto en fundación de ciudades en el siglo XVIII chileno destaca cinco hitos:

1699; carta del obispo Francisco de la Puebla al rey señalando que en Chile convendría fundar ciudades.
1703: el rey, respondiendo a la carta, ordena fundar, pero los gobernantes no obedecen.
1710: aparece el obispo Luis Francisco Romero realizando una visita al territorio nacional y enviando una carta al rey en que recomienda fundar Quillota. Insistió “Majaderamente” hasta 1717.
1713: el rey ordena fundar Quillota.
1716: el soberano nuevamente ordena la fundación.


El historiador sintetiza los papeles de José de Santiago Concha y Salvatierra y del obispo: “el único mérito de Santiago Concha es no haberse opuesto a la insistencia del Obispo Romero y haber cumplido la orden del rey, pero el que planifica es el sacerdote, a tal grado que el mismo gobernador cede a Romero el honor de poner la primera piedra en la Iglesia Catedral, como un reconocimiento a su gestión, por más de 7 años”.

O sea, el obispo sería el fundador de Quillota y no el gobernador interino por un año.

El entrevistador consigna que “En cuanto a la verdadera fecha de fundación de la ciudad, Lorenzo advierte que existe un gran error, pues el acta de Quillota está firmada con fecha 19 de Agosto de 1717, mientras que hasta ahora, el día de la ciudad es el 11 de noviembre, fecha que únicamente corresponde al día del Patrono, San Martín de Tours.

Lorenzo Schiaffino fundamenta su tesis en documentos que él descubrió en el Archivo de Indias de Sevilla (España) y éstas sorprendentes tesis sobre el fundador y la fecha provocaron un debate (1998) en el Museo Histórico y Arqueológico de nuestra ciudad.

(Noviembre 2008)

NE: Para complementar lectura consultar:

Acta de fundación de Quillota, Santiago, 19 de agosto de 1717, en "Fuentes para la historia urbana en el reino de Chile / introducción y recopilación por Santiago Lorenzo Schiaffino". Santiago : Academia Chilena de la Historia, 1995. (Santiago : Universitaria) pag. 45-47,; y Delineación y mensura de la villa de Quillota, op. cit. pag. 50-54. Colección de la Biblioteca Nacional. Ambos tomados de Memoria Chilena.



Tres tríos de hermanos


Buscando informaciones sobre algunos novelistas españoles contemporáneos mencionados en un artículo, consulté el “Diccionario de escritores célebres”, dirigido por José María Martínez Cachero (¡Qué apellido!) y ubiqué a Juan Goytisolo (nacido en 1931), pero no fue poca mi sorpresa cuando constaté que también había entradas sobre dos hermanos de Juan: José Agustín (1928), poeta, y Luis (1935), narrador. Sin duda es meritorio para una familia que tres de sus integrantes figuren en una obra que seleccionó 1.000 escritores de todos los continentes.

En nuestro país tenemos a los hermanos Blest Gana: Alberto (fallecido en 1920), notable novelista; Guillermo (1905), poeta, y Joaquín (1880), jurista y político. No debemos olvidar que al primero le debemos las novelas “Martín Rivas” y “Durante la Reconquista”, entre varias otras, y al poeta, el célebre soneto “Mirada retrospectiva” que dice así:


Al llegar a la página postrera
de la tragicomedia de mi vida
vuelvo la vista al punto de partida
con el dolor de quien ya nada espera.

¡Cuánta noble ambición que fue quimera!
¡Cuánta bella ilusión desvanecida!
¡Sembrada está la senda recorrida
con las flores de aquella primavera!

Pero en esa hora lúgubre, sombría,
de severa verdad y desencanto,
de supremo dolor y de agonía,
es mi mayor pesar, es mi quebranto,
no haber amado más, ¡yo que creía,
yo que pensaba haber amado tanto!


Quillota, en la primera mitad del siglo antepasado, tuvo también, entre los hermanos Benavides y Mujica, un trío que pasó a nuestra historia local: María del Carmen, la nombrada Beatita Benavides (1777-1849); José María, valeroso patriota, gobernador de Quillota en 1818 y Juan Manuel, famoso capellán de los hermanos Carrera Verdujo, coronel y diputado.